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De toreros y pintores

31/08/2012


Por volver a visitar el Museo de San Telmo de San Sebastián, daría una larga cambiada al destino. Se atesora allí el más famoso cuadro de Ignacio Zuloaga, ¨Torerillos de Turégano”, una de las más completas versiones del tema taurino.
“Sólo dos pintores, Goya y Zuloaga, han captado en toda su intensidad el ansia del triunfo humano en la azarosa lucha por la fama”; no es la opinión interesada del cronista de Turégano sino la crítica profesional de Enrique Lafuente Ferrari, uno de los más grandes historiadores del arte español. 

Un pintor que no fue torero y así él lo explicaba: “Ser torero es mucho más difícil que ser pintor, y conste que considero la pintura como algo dificilísimo. Más de ochocientos cuadros he pintado en vida. No sé si buenos o malos. Lo que sí sé es que los hubiera dado todos por una gran faena de muleta. Y no fui torero porque presentí que nunca llegaría a realizarla..."


El jolgorio es una diversión bulliciosa en la que nunca tendrán cabida los cuatro “torerillos de Turégano“. Cuando se abren los toriles, los torerillos se miran pálidos, ensimismados, inquietos, esperando el triunfo que la ingrata vida se niega a darles. “En aquella maravillosa plaza de Turégano, les esperan unos morlacos de mucho respeto para darles el aprendizaje del toreo. A los torerillos de Turégano, Zuloaga les comprendía como nadie por una razón muy simple: porque él también fue un torerillo malogrado.” ¡Pobres muchachos sin esperanza!

Bien sabía aquel pintor lo que pintaba y sus mandangas.
Si Lagartijo decía que “O te quitas tú o te quita el toro», uno de los mayores amigos, casi hermano, de Zuloaga, Juan Belmonte decía que “torear es parar, templar y mandar", ¡qué osadía cuando se torea al lado de su paisano, amigo y rival Joselito el Gallo!


Al menos una docena de grandes pintores inmortalizaron en sus lienzos las fiestas de Turégano:

Cuando Gutiérrez Solana pintó sus "Toros en Turégano", los presagios de la muerte fueron tan suyos y pesimistas como el desgarro dolorido de la España de la Generación del 98. 

Cuando el catalán Rafael Durancamps pinta y sublimiza nuestra fiesta, el cielo de la villa expresa el dramatismo donde toros, toreros y público participan. 


A Valentín Zubiarre lo que más le importaba de Turégano eran los castellanos en el escenario más suyo y libertario; al igual que su hermano Ramón, Valentín era sordomudo y su palabra estaba hecha de luces y de silencios. 


Alfredo Palmero de Gregorio, un enorme pintor que hizo de puente entre el picasianismo y el impresionismo. ¿Cómo referirse al "Maestro Palmero" sin recordar a su amigo el tureganense Miguel Canto Borreguero, por entonces alcalde de Segovia? Su hija Carmen conserva en su domicilio madrileño de la calle del Pintor Rosales varios lienzos de aquel genial artista: encierros en el campo, toros y mayorales, nubes frente al castillo… (El bisabuelo de Miguel Canto era hermano de mi bisabuelo, su bisabuela, hermana de mi bisabuela. Estaban casados tres hermanos con tres hermanas; todos los primos llevaban los mismos apellidos).


De los Lope Tablada, siempre el arte y casi siempre el ejemplo. Si a Lope Tablada de Diego lo expulsaron de la Academia de San Fernando porque era un rebelde que intentaba dar una larga cambiada al destino (a su lado Salvador Dalí), a Lope Tablada Martín se le puede ver cada año en las novilladas de Turégano porque él se siente identificado con las personas y con la luz de la fiesta y el jolgorio tureganense; le recuerdo en el balcón de mi casa tomando apuntes de la lidia como si una gran faena de muleta.



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