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1446.- ¡Ay de ti si te pasas!


En «La venganza de Don Mendo» que escribió Pedro Muñoz Seca, el abuelo de Alfonso Ussía, y al que una de las dos Españas fusiló en Paracuellos del Jarama el 28 de noviembre de 1936, se habla de “un juego vil / que no hay que jugarlo a ciegas, / pues juegas cien veces, mil, / y de las mil, ves febril / que o te pasas o no llegas. / Y el no llegar da dolor, / pues indica que mal tasas / y eres del otro deudor. / Mas ¡ay de ti si te pasas! / ¡Si te pasas es peor!».

Para explicar alguna de las consecuencias mediáticas de mi artículo “Arroz y gallo muerto” del pasado lunes en este periódico, acometo el asunto con esos versos de una obra literaria bautizada por su autor como «caricatura de tragedia en cuatro jornadas, original, escrita en verso, con algún ripio».

“Tu artículo es fabuloso. Pero no debes significarte tanto”, me wasapeó un diputado segoviano ese día, mientras que un senador me wasapeaba con la filosofía contraria. O sea que, como en el juego de naipes de las siete y media, para el uno me pasé y para el otro me quedé corto.

Recordé entonces “Las diez treinta de una noche de verano”, una deliciosa película basada en la novela de Marguerite Duras dirigida por Jules Dassin y rodada en Turégano en los años de maricastaña con actores tan significativos como Melina Mercouri, Romy Sneider, Peter Finch, Julián Mateos… Años después, la gran Melina acabó siendo una activista política griega, fue miembro del Parlamento Helénico y en 1981 se convirtió en Ministra de Cultura, la primera mujer en ocupar en Grecia ese puesto. Mientras que la otra diva, Romy Schneider, la genial Sissi emperatriz, desolada y solitaria por la muerte de David, su hijo mayor, fallecido a la edad de 14 años trepando las rejas de su casa, resbalando y quedando atravesado por una de ellas, jamás se recuperaría de ese golpe; intentó ahogar su pena en alcohol y el 29 de mayo de 1982, a los 43 años, fue encontrada muerta en su apartamento de París en circunstancias nunca suficientemente explicadas.

Atando cabos en esto y en lo otro, ¡ay de ti si te pasas!
La vida es una caricatura de tragedia y el ideal es pasar por ella sin levantar conjeturas, sin ruido y como en zapatillas.
En mi caso, adelgazar las palabras de mis artículos periodísticos para obtener la recompensa del aplauso sin contragolpe. Adelgazarlas “como las huellas de las gaviotas en las playas”, el quinto de los "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" de Pablo Neruda.

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