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1770.- Un berenjenal piadoso

20/10/2014

Si te metes en un berenjenal sin tener el cuidado debido, puedes salir lleno de rasguños; los berenjenales son sitios plantados de berenjenas y, además, “líos, jaleos y embrollos”.


Acepto como un honor mi berenjenal festivo de esta semana. El próximo jueves seré en el Centro Segoviano de Madrid el pregonero de la fiesta de San Frutos, el patrón de Segovia y su provincia. 

Dicen que el pregonero es un heraldo, un mensajero y un representante de la mercancía pregonada. ¡Todo un honor ser heraldo, mensajero y, con todo respeto y cariño, el representante de la mercancía pregonada: el patrono de Segovia y su provincia!

A parte de su biografía histórica (642/715), San Frutos pertenece al mundo de las leyendas populares; escribió Séneca el cordobés que la vida es como una leyenda, que no importa que sea larga sino que esté bien narrada.



En ese mundo cordial y embelesado de las leyendas hispanas, Yago, nuestro Santiago, dicen que mataba moros jinete en un caballo blanco, y Frutos, nuestro San Frutos, dicen que ahuyentaba moros propinando garrotazos a las montañas; así en el famoso romance del Milagro de la Cuchillada: “Bramaba el viento, llovía sangre, Duratón corría turbado, temblaba el monte, y todo aquel horizonte lleno de asombros se vía. Inquietóle al Santo el alma si no su temeridad la improvisa novedad de ver Moros en la calma (…) y, atento el Moro confuso, la Cruz hizo, y luego puso sobre un peñasco la vara. (…) Con esto la dura peña obedeciendo su seña se dividió en dos pedazos.”

O sea, que para que los moros no pasasen, con la garrota de su fe San Frutos levantó las portentosas Hoces del Duratón.


Durante la noche del 24 de octubre, a las doce en punto miles de segovianos y forasteros se reúnen en la Plaza Mayor segoviana, delante de la imagen del santo de la puerta de la catedral, para ver a San Frutos pasar la hoja del libro que lleva entre las manos.
Nadie lo ve, supongo, pero todos decimos haberlo visto; la fe mueve montañas. 


Hace muchos años, siendo casi un niño, canté varias veces en la catedral de Segovia el famoso Villancico de San Frutos: "Al siervo bueno y fiel que rogando sin cesar consigue bienes eternos de la infinita bondad. Al que es gloria de esta iglesia
patrono de esta ciudad común padre de la patria y socorro universal (...). ¡Cuántos recuerdos!

Además de al pregón del próximo jueves en el Centro Segoviano de Madrid, invito al lector a disfrutar del milagroso berenjenal del paso de las hojas de vuestra vida.


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