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1740.- Libertad sin ira

01/04/2014

Ya no es posible el consenso.
Se nos ha muerto la concordia y Suárez también.
Aquel personaje irrepetible por su saber y por su saber estar que en cinco años fue capaz de convertirse en HÉROE cuando consiguió aprobar por unanimidad la Ley para la Reforma Política, el harakiri del régimen franquista. De hacerse GRANDE, cuando el 9 de abril de 1977 legalizó medio a traición el Partido Comunista de España. De transformarse en SUPERHOMBRE el 6 de diciembre de 1978 cuando los españoles aprobamos por mayoría absoluta la Constitución española. De descubrirse casi como un SEMIDIÓS cuando la barbarie golpista del 23 de febrero de 1991.
A sus órdenes, algunos hicimos lo que sabíamos y lo que nos dejaron hacer. Me tocó esa china, y hoy le recuerdo orgullosamente pero casi como en una pesadilla. Si nací cuando nací e hice lo que hice no fue porque mi madre me pariera así, sino porque el destino es como un río que fluye en una sola dirección -no sé si por eso, a los que colaboramos en la Transición Política nos dieron palos hasta en la conciencia.

Le conocí mucho, le traté mucho menos de lo que hubiera querido y le admiré en casi todo lo que hizo o consiguió que se hiciera en España en aquellos cinco años –del Libertad sin ira, la canción de Jarcha, lo que peor me suena ahora es la frase "yo sólo he visto gente que sólo desea su pan, su hembra y la fiesta en paz".
En solo cinco años, Adolfo Suárez fue un héroe, un grande, un superhombre y casi un semidiós. Después, Dios le quitó la memoria para librarle del desierto de la indiferencia y la decepción.

Con su cadáver en el mismo lugar donde el Régimen Franquista se hizo el harakiri. Donde se aprobó la Constitución española que aún mantiene viva nuestra esperanza, te cuento, en este Vado Permanente, que, salvo un milagro imprevisible, se nos está muriendo la posibilidad de concordia.

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