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1630.- Las ABC de Madrid

23/01/2012




Doña Esperanza, doña Ana y doña Cristina. 
Aguirre, Botella y Cifuentes. 
Las ABC que mandan en Madrid -La primera y la tercera, medio segovianas; nada que ver pero gusta saberlo.

Si el ex presidente Rodríguez Zapatero impuso una ley de paridad de género, Rajoy ha arrastrado el horizonte hasta el presente y las ABC están al frente de la comunidad autónoma más poderosa económicamente de España. Han ganado la cumbre.  
 “Si quieres vencer en una discusión o una pelea a una mujer lo mejor es dejarla ganar”, dice el dicho popular. Algo tan falso como que “las mujeres de cabello liso quieren tenerlo rizado, y las de rizado, liso”. El feminismo es una ideología y un conjunto de movimientos políticos, culturales y económicos que tienen como objetivo la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Históricamente hablando, las mujeres prefieren usar veneno antes que cuchillos o pistolas. Igual de belicosas pero más sosegadas. 
Atando cabos, la prima de riesgo pertenece al género femenino y usa el veneno de las hemorragias internas en vez del cuchillo de la sangre en la calle y en las trincheras. Visto así, las ABC de Madrid han superado con creces el listón. Las tres son licenciadas en Derecho y doctoras en saber moverse en derechura y en zigzag. 

Al principio de la creación, los hombres y las mujeres no
eran como hoy son. Había solo un ser, con un cuerpo y un cuello, pero cuya cabeza tenía dos caras, cada una mirando en una dirección para evitar la traición. Como si dos criaturas pegadas por su espalda, con dos sexos opuestos, cuatro piernas, cuatro brazos… Casi un semidiós hasta que, celoso, Zeus partió a la criatura en dos y creó al hombre y a la mujer. Desde entonces, cada mitad busca su mitad perdida para abrazarse a ella, recuperar su antigua fuerza y la capacidad de evitar la traición. Siempre me gustó esta fábula de Platón. 

Con tiempo y en el tiempo, quienes buscan la verdad merecen el castigo de encontrarla. 
“El tiempo es invención o no es nada en absoluto”, escribió Henri Bergson, el filósofo. Hijo de un músico judío y de una mujer irlandesa, fue dispensado de inscribirse en el registro en el que debían constar todos los judíos porque “era famoso y estaba muy enfermo”, pero él, valor y ejemplo, se presentó personalmente. “Quise permanecer entre aquellos que mañana serán perseguidos», eso manifestó aquel filósofo francés.
También decía que “el hombre se creó a sí mismo y, al hacerlo, creó el sentido de las cosas”. El tiempo y la sensatez.


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