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1618.- La alegría de la derrota

29/10/2011

ETA ha dejado ciega a Teresa, una cirujana, y sin manos a Mey, una profesora. Aquel paquete bomba preñado de muerte, minutos antes estuvo en mis manos. El 14 de mayo de 1988 no era mi hora y lloré por unas manos vaciadas que nunca estarán vacías y por unos ojos cegados que nunca dejarán de ver, ¡malditos etarras de capucha negra y corazón de hielo!
Poco después, el ministro Maravall y su secretario de Estado Alfredo Pérez Rubalcaba vinieron a visitar los escombros y a transmitirnos a los supervivientes el pésame que no pudieron dar a Enriqueta Hierro y a Teresa Monzón, las dos compañeras desangrándose en un hospital. Seguimos queriendo a aquellas dos compañeras y amigas pero el amor no es caricia porque la vida y el tiempo se encargan de organizar la vida y alejar físicamente a los seres humanos. Ahora, en el número 6 de la calle Orfila de Madrid se levanta uno de los hoteles más lujosos y singulares de España, justo al lado de la calle Génova y de la sede del Partido Popular. Un hotel decorado con bellas antigüedades combinadas con gusto exquisito. Los trampantojos y cuadros, de estilo de fragonard. La suite tiene una bañera de chorros y una salita para ver la tele...

Puta vida de cunetas olvidadas, todos padecemos hoy la asquerosa alegría de la derrota; de la derrota he dicho porque así lo pienso y creo. Caer derrotados es sobrevivir. Los muertos no pueden sufrir la alegría de la derrota.
La muerte de los muertos no es lo mismo que la alegría de los derrotados, pura anestesia inmóvil para paliar la cobardía del corazón.
Ya no se hace camino al andar, como escribió aquel profesor de mi madre que cantaba "a la desierta plaza que conduce un laberinto de callejas".

Siempre en 20: veinte de octubre, veinte de noviembre; el veinte de diciembre la desierta plaza de Antonio Machado quedará en las manos de un gallego de Compostela para que administre a los españoles la alegría de la derrota. Colocará el edredón de la vida sobre el camastro del miedo y la resignación.
El maldito edredón de "la alegría de la derrota".
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Nota:
Veo que hoy, 14 de noviembre, El Adelantado de Segovia ha publicado en su Tribuna de honor este artículo mío sobre aquellas compañeras que se encontraron hace veintitrés años con la barbarie de unos asesinos sin alma. ¡Gracias, director!

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