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1617.- El que mueve las marionetas

12/10/2011





Los griegos llamaban neurospasta al arte de mover muñecos. Al manipulador se le llamaba neurospantal, es decir, el tirador de hilos; se colocaba un “gritador” delante, y describía la acción como si en un telediario.


Cuenta Cervantes que cuando “don Quijote y Sancho vinieron donde ya estaba el retablo puesto y descubierto, lleno por todas partes de candelillas de cera encendidas que le hacían vistoso y resplandeciente, en llegando se metió maese Pedro dentro dél, que era el que había de manejar las figuras del artificio, y fuera se puso un muchacho, criado del maese Pedro, para servir de intérprete y declarador de los misterios del tal retablo.”
En el retablo o teatrino de Maese Alfredo se veía cómo los muñecos movían la cabeza, los ojos y las manos hasta parecer personas vivas y animadas. Ahora, el que movía las marionetas se ha transfigurado en su propia marioneta. El Maese ha dicho basta, y además de maese quiere ser la marioneta.

Al neurospantal se le llamaba también titiritero porque manejaba el títere. Se le confundía con el charlatán. Salvo los personajes malvados que hablaban con voz grave pero igualmente falsa, las marionetas lo hacían con una voz aguda, chillona y falsa, algo aflautada. Ahora, llegado octubre puerta del cambio o del recambio, el paso del Rubicón electoral español anda en su “Alea iacta est” (la suerte está echada). El teatro, a la expectativa. El gritador, afinando y afilando los telediarios. Las marionetas caducadas, en la basura de la historia. El país, como sonámbulo, a la deriva...

En la aldea global donde me muevo te mueves y nos movemos, el pan de la supervivencia está hecho con la levadura del cuento y la harina rencorosa…

Porque cualquiera puede gobernar un barco, pero hace falta alguien capaz de trazar la ruta.


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