1578.- El hombre que hace belenes07/01/2011
Él no necesita las figuras. La vaca, la mula, las ovejas, los pastores, los reyes magos, los ángeles, los camellos, los soldados, san José, la Virgen, el Niño… Todo eso se compra en el todo a cien. Lo demás es el belén, la obra de arte. Así Daniel, el hombre que hace belenes.
En mis Cabos Sueltos de hoy quiero hacer un homenaje al hijo de mis amigos Juan y Fuencisla. En su belén, el pueblo de Belén es el suyo. El castillo de Herodes es el castillo de su pueblo (hecho “a escala”, como él dice). Las murallas, los torreones, las troneras, el adarve…Y como el castillo de su villa hermosa fue antes que castillo iglesia, hasta campanario tiene el castillo del tirano Herodes. Si Dani necesita una piedra, la elige en el camino de las Laderas o entre los restos del castro árabe. Si un arbusto, va a su propia huerta y lo toma en préstamo de la naturaleza pródiga. Las puertas de su belén son puertas que él ha visto en su pueblo. Hasta su propia casa: las mismas ventanas, el jardín, la verja, su perro…
Por el día, Dani estudia en Segovia una carrera universitaria, y al regresar, repasa su pueblo porque allí la historia y el arte brotan como hierba en primavera. Con sus conocimientos hace ideas, y con sus ideas, cada año un belén diferente.
Cuando el día de Reyes Dani me invitó a su casa, sacó uno de mis libros (soy el cronista oficial de ese pueblo al que los dos amamos) y me señaló frases que yo tenía casi olvidadas. Deja que te haga este homenaje, amigo, ¡qué gusto ser como eres!
Ya está en imprenta mi libro “Turégano piedras con alma”. Hablo en él de un milagro del arte románico que el arzobispo toledano Rodrigo Jiménez de Rada mandó construir hace ochocientos años en el pueblo de Dani. Justo cuando Francisco de Asís escenificó el primer portal de Belén, el primer nacimiento. Gracias por ser así, Francisco de Asís, perdón, quise decir Daniel Peromingo.
Si hay que rezar, se reza. Si hay que sufrir, se sufre. Si hay que vivir, se vive. Si hay que morir, se muere… Pero nunca habrá dos padrenuestros iguales, dos sufrimientos parejos, dos vidas simétricas, dos muertes uniformes. Si algún día dejara de ser así y fuéramos “clónicos”, ya no seríamos humanos, aunque nos llamáramos hombres.
(foto: VBV)