1556.- Los dos Santiagos 02/09/2010
Como si aquí paz y después gloria, la polémica está servida: el Foro Club del Románico acaba de concluir uno de sus debates más controvertidos colocando en el cerrojazo esta conclusión: “Los hermosos relieves de Santiago de Turégano pertenecen a Santiago el Menor, el JACOBUS FRATER DOMINI, y no a Santiago el Mayor, el patrón de España”.
Confieso que yo también he participado en ese Foro y que, por más que haya tenido algún rifirrafe personal con su director, se me ha vencido en buena lid y soy de los que saben que aceptar derrotas es otra manera de vencer. A partir de ahora, lo que el profesor Castiñeiras explicó en el acto oficial de la inauguración tureganense, habría que pasarlo a la historia de las imprudencias o de los ensueños. “Ha sido una conjetura de alguien que sin investigarlo a fondo quiere tratar de llevarse el agua a su molino compostelano”, así se ha dicho en ese foro.
Los que, con mirada torpe y ofuscada, leíamos en el libro que el apóstol lleva en su mano izquierda como “Iacobus” o “Sanctus Iacobus”, mejores expertos en lectura pétrea han sabido interpretar como “SCI IACOBVS F DOMINI”. Y donde en el libro que porta Cristo algunos leíamos “Mesías” o “Iesus”, ellos han sabido descifrar “EGO SUM LUX MUNDI”. Les felicito y me congratulo por esa luz suya tan a prueba de tinieblas nuestras.
Quien esto escribe fue uno de los primeros en reconocer y valorar el papel del arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada en nuestra tierra (“El Señorío Episcopal de Turégano”, páginas 354/358, año 1990). Ahora, veinte años después, tendré que conceder que no supe entender los oscuros intereses de aquel arzobispo toledano, posiblemente el autor intelectual de este retablo único, que, desde Turégano, repartía cuarentenas de indulgencias con motivo de la consagración de la primera catedral de Segovia a la que él no fue invitado a pesar de ser el Administrador de la diócesis desde que "enloqueció" el obispo don Gerardo. Al parecer, lo que Ximénez de Rada defendía, aquí y hasta en el IV Concilio de Letrán, el de 1215, era la supremacía de su Toledo sobre Compostela, Tarragona, Braga y las demás diócesis de Hispania.
Históricamente, la confusión entre los dos Santiagos fue endémica y tradicional durante infinidad de siglos. De ser así, y puede que lo sea, en Turégano se levantó un bellísimo templo en honor del apóstol Santiago (El Menor, el hermano del señor, el primer obispo de Jerusalén, el hijo de Alfeo) y no para gloria y honor del otro Santiago (el Mayor, el patrón de España, el hijo del Zebedeo, el hijo del trueno). Luego, aún sin pruebas, alguien cambio la titularidad del templo entre los años 1212 y 1494; en este último año, los Reyes Católicos dictaron el siguiente Privilegio Real: “Don Fernando y doña Isabel, por hacer bien y merced al cura y feligreses de la iglesia de Santiago de la villa de Turégano, acatando la devoción que Nos habemos y tenemos al bienaventurado Apóstol, nuestro patrón, por la presente hacemos limosna a la dicha iglesia de la casa que fue sinagoga de los judíos de esta villa que vivían en la dicha Villa y que por nuestro mandado salieron fuera de nuestros reinos…”
¿Qué mejor ataque a la Compostela del Reino de León que esculpir en la propia cámara y residencia de los obispos de Segovia la teología y simbolismos de la Carta canónica del "Primado" de todos los obispos, el apóstol Santiago el Menor?
Lo que al parecer simbolizan las joyas románicas de Turégano es la invitación de la Majestad Divina (esculpida en el retablo de Turégano de menor tamaño y en lugar menos preferente) a seguir las doctrinas de su “hermano” Santiago, el primer obispo de Jerusalén, el que dejó escrita, al menos oficialmente, una hermosa epístola considerada “el texto sagrado más comprometido y revolucionario del cristianismo”.
En casi todos los templos dedicados en España al Apóstol Santiago El Menor, la advocación va unida a la de San Felipe, los dos apóstoles menos andariegos. En Turégano no es así, y el Foro Club del Románico hará muy pronto una publicación para que podamos serenar nuestras dudas, multiplicar nuestras corazonadas o exasperar nuestras conciencias.
Para la gente sin pesadillas, el asunto se soluciona pasando el 25 de julio al 3 de mayo que, al fin y al cabo, en esa fecha los tureganenses celebraban ferias hasta hace unas décadas. El problema viene de que el simbolismo de “El Mayor” o “El Menor” encaja en dos filosofías distintas y en dos teologías bien diferenciadas. En mi caso, de no ser porque el arte románico es teología en piedra, ni me preocuparía.
La belleza de lo descubierto y su valor singular permanecen fuera de la palestra. Las cuatro iglesias románicas de Turégano (las dos de la villa y las de Carrascal y la Cuesta) se han convertido en una ruta magnífica del románico segoviano; un periplo al que habría que añadir, por derecho y valor, la iglesia de Caballar, la de Torreiglesias y la de Sotosalbos.
Independientemente de controversias y versiones, los políticos tienen la palabra y no debieran pasar más tiempo sin una declaración oficial, provincial, autonómica y estatal, reconociendo la excepcional monumentalidad de esta iglesia y obligando a que se cumpla lo previsto en la legislación vigente para estos casos.
(foto VBV)