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1542.- El tonel agujereado

25/05/2010

“No fabricamos huevos, cuidamos gallinas”, así una conocida marca que añade en sublime coda: “Cada huevo lo marcamos con un código”. No añadía que los hombres cuidamos gallinas para robarles sus huevos, es otro cantar.
No hablo hoy, ya ven, del Gobierno de España y su tonel lleno de agujeros por donde sale sin tasa el rio de la manirrotez. Lo del tonel es frase que me regala Luciano de Samosata, aquel sirio romano de cuando Siria era el centro comercial más importante del Imperio, o sea, cuando el apóstol Santiago o por ahí. En su “Apología de los que están a sueldo”, Luciano explicaba cosas que sonrojan ahora que ya no es antipatriota hablar de crisis económica: “Un hombre tonto es un tonel agujereado en el que desperdicias todas las gracias que en vano viertes”. Y añadía: “La decisión pausada es la mejor con mucho; la rápida, que es fruto de la precipitación, obliga a rectificar”.
Cuando el pasado año la gallega Elena salgado pactó con los sindicatos de funcionarios un aumento del tres por ciento en su sueldo sin miedo al derrumbe, no sabía que en vez de congelarles el futuro desde el incremento pactado y con su código de barras, se vería obligada a taponar uno de los agujeros del tonel sin fondo de las arcas públicas; es como robar la cartera a los guardianes del centeno. ¡Ay, si entonces hubiera metido el bisturí de la congelación en vez de mendigar aplausos sindicales! Se sabe que la medida actual será recurrida jurídicamente y ganada en buena ley, no hay vuelta de hoja, pero para entonces ni ella ni su prelado doméstico andarán ya en el machito del despilfarro por cuenta ajena.
De la ingeniera Salgado se sabe que no sabe que existió ese tal Luciano de Samosata. Era un escritor genial que, mirando al hoy desde el antaño, es como si hubiera dedicado al jefe nutricio de doña Elena algunos de sus epigramas más inquietantes.
Del visionario se sabe que cuando habla es como si en encíclica papal, o sea, que pontifica. Él no da bandazos, se mece al compás de las circunstancias, eso dice hoy para desmentir mañana. Cuando se adapta, se camufla, cuando impone, balancea. No sabe que La escalera ha de barrerse empezando por arriba. Juega con cartas marcadas pero no sabe que la escalera ha de barrerse empezando por arriba, es un iluminado.
Los de a pie, ignorantes, seguimos al de Samosata y es como si rezáramos oraciones laicas: “Como vas a morir, disfruta de tus bienes; como vas a vivir, administra tus bienes; que hombre sabio es quien pensando ambas cosas ahorra y pone tasa al gasto”. En esta feria de vanidades y vanaglorias, los que meten el vino en toneles agujereados en vez de cuidar gallinas fabrican huevos de plomo marcados con el código de barras.
Érase una vez un desierto, amigo lector. Un desierto de arenas cambiantes en donde con tantos beodos los sobrios parecían los verdaderos borrachos. Érase un hombre coda (bien sabe Sonsoles qué es eso). Érase.


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