Volver a Artículos     
1528.- Las grullas de La Serena

15/02/2010

Donde Extremadura es granito y dehesa, hablo de Quintana de la Serena, ando estos días garabateando invocaciones. Cuando los extremeños arrebataron a los árabes esta zona de ensueño, la llamaron “Extremadura”, el nombre de su propia tierra, o sea, Soria y Segovia, la Extremadura castellana de por entonces. El Duero, protestó porque lo mandaban a engrosar el Tajo y haraganear por Toledo y Talavera. El Duero no es sólo el enclave donde Leonor García y el profe don Antonio Machado se enamoraron y matrimoniaron hasta que una tuberculosis se llevó a la niña. Si en los pueblos me interno por las viejas calles, en las dehesas, como ya va de culo el invierno, observo emocionado los miles de grullas que andan revolucionadas preparando su viaje de regreso.
En Castuera, exploro embelesado la Ermita de los Santos Mártires y la de San Juan y me endulzo en el Museo del Turrón. Allí nació Pedro de Valdivia, aquel comunero de Castilla que acabó conquistando Chile y no sé cuantas cosas más. Recalo también en Zalamea, donde aquel alcalde de cuando Calderón de la Barca y donde Nebrija escribió la primera gramática de la lengua española.
Villanueva de la Serena, las dos Orellanas, la de la Sierra y la Vieja, Benquerencia, Malpartida, La Coronada… y luego, ya, Quintana de la Serena; cuando se dejan atrás las varias docenas de fábricas de granito, centenares de grullas andan ya en impresionantes tantunergos sonoros mientras se atiborran de bellotas. Como son monógamas, establecen lazos de pareja de por vida. Es como si llevaran tatuado en el buche el nombre de su media naranja. A punto ya de comenzar su cortejo nupcial, la hembra trompetea con llamadas acústicas antes de iniciar las cópulas y la nidificación.
Si en las dehesas extremeñas andan en grandes rebaños, cuando lleguen a su destino vivirán emparejadas y a la mayor distancia posible de las parejas más próximas. Siendo aves que tanto se parecen a las cigüeñas, hacen sus nidos como si simples gallinas. Amontonan en el suelo una enorme pila de vegetación seca y, en el centro, fabrican una hondonada para depositar los dos huevos que generalmente suelen incubar.
No hay en la dehesa extremeña agobios ni prisas -todo a un euro: el café, la cerveza, el vaso de vino…- Ya hay brotes de primavera en los cerezos y las grullas están en una posada sin techo en la que se hace música.

  Volver a Artículos