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1419.- Cristales en el alma

23/12/2007



Armaría el pesebre, amigos -musgo, heno, corcho, harina, celofán…-. Lo armaría, pero desde que las muñecas de Famosa se dirigen al portal se clavan cristales en el alma: una para Dios y otra para el diablo, no sé, lotería y limosna o algo así. Hasta que todo se marchó a hacer puñetas, montábamos el belén embelesados. Tan distraídos andábamos en el milagro que cocíamos el reloj mientras mirábamos los minutos en el huevo -como decía Jana, ay amor, amor, mientras el barbero aquel que lo mismo era judío pícaro que gran dictador se extasiaba con la criadita hermosa del ghetto-.
En el año 334, el Papa Julio I dictaminó porque sí que Jesús había nacido el 25 de diciembre y en el año 1223, tres años antes de su muerte, Francisco celebró en el castro de Greccio la memoria del nacimiento del niño Dios. Reunió a los vecinos y celebró la misa de gallo en derredor de un pesebre con la figura del Niño Jesús moldeada por el propio poberello de Asís. La costumbre se extendió por todo el mundo incorporando imágenes de personas y animales –en América: alpacas, cóndores, tapires, caimanes y hasta indios pastores, ángeles negros e ídolos precolombinos-. Y en España comenzaron los villancicos y todo lo demás, que no siempre se ha cantado aquí el “Hacia Belén va una burra”, el “Noi de la mare”, el “Desembre congelat”, el “Noche de paz”, el “Esta noche es nochebuena”, el “Ay del chiquirritín”, el “Campana sobre campana” o la “Marimorena”. En algunos sitios se cantan cosas menos respetuosas: “A los amos de esta casa, Dios les de salud y pesetas, y a la vecina de enfrente, sabañones en las tetas…"
Apenas nos piropeamos ya en el arrullo apacible de la Navidad. Con la vaselina de la “memoria histórica”, algunos felicitan la Navidad sin navidad; “Felices fiestas invernales”, te dicen, te escriben, y es como si te escupieran en alguna fibra sobreviviente del corazón infantil. En el embrollo consumista y publicitario, cada cual a lo suyo y en la mañana del 5 de enero en algunos lugares los niños reúnen latas vacías, las atan una con otra y las arrastran por las calles armando la escandalera. Es en recuerdo de cuando el gigante Botafuegos (una montaña abrupta) formó una gran nube gris sobre Belén para que Herodes no pudiera ver las casas donde vivían los recién nacidos y la gente arrastraba latas por las calles para distraer al infanticida y salvar a los inocentes.
Las de Famosa son muñecas rotas en el loco desguace de la Navidad. Adeste, fideles, laeti, triumphantes, venite, venite in Bethlehem… Se clavan cristales en el alma. ¡Feliz Navidad, amigos!

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