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1392.- Un xixilu en Ayamonte

27/06/2007

Mientras López Aguilar llora porque en Canarias se ha hecho una “coalición de perdedores” para quitarle el poder, Jaume Matas ha dejado la política porque en Baleares el PP se quedó a un escaño de la mayoría absoluta y la coalición de perdedores ha impuesto allí su ley igual que en media España. Cada cual dice según su visión en esto y en casi todo. Pondré otro ejemplo:
Media España cree que lo de Ayamonte es un apaño de ETA y el Gobierno. La otra media España se lo ha tomado en serio, o sea, que vaya usted a saber. No casa lo de ETA en Huelva y Zapatero en las nubes pero Rubalcaba apuntó a la posibilidad de que los terroristas que abandonaron el coche cargadito de explosivos formaran un ‘comando’ de ETA y añadió que «sin duda» dejaron pistas en su huida. La hipótesis oficial del ministro del Interior es que la presión policial, en concreto un control rutinario de la Guardia Civil, hizo huir despavoridamente a los integrantes de lo que se supone era un comando y por tanto ha evitado atentados». Es la versión de media España, de la otra media, nanay. Aunque estemos al otro lado del mapa, huir “despavoridamente” suena a comida en un xixilu vasco, el del restaurante “Xixilu” de Vitoria por ejemplo, en la plaza Amarica; un xixilu es una mesa adosada a una pared de la cocina que se sube y se baja según la necesidad, y en El Xixilu este de Vitoria se comen las mejores pochas del mundo mundial.
Siempre hay dos multitudes dispuestas a jugarse a cara o cruz la interpretación de las cosas. Multitud y soledad son términos iguales y convertibles. El que no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar solo en una muchedumbre atareada.
Entre la gente ordinaria que anida en la luna de las dos multitudes irredentas está acabando la temporada de los quehaceres ordinarios y, desde el fútbol a la política, se escenifican finales de unos contra otros. Por escenificar, hasta se interpreta en plan comedia esta captura esperpéntica de etarras camino de de la costa andaluza con bolsas de explosivos y todo lo demás. Y entre las dos multitudes, algunos, desde la luna del qué será, jugamos a sobrevivir: “Oh hermana, juntos nadando, huiremos sin descanso al paraíso de nuestros sueños”, ¡viva Baudelaire!
La luna se puede tomar a cucharadas o como una cápsula cada dos horas. No hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas. En el xixilu donde el verano se abre como si ya, llevo siempre un frasquito del aire de la luna para cuando me ahogue. Si lo haces, verás qué bien.

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