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1379.- Vestir de Gloria in excelsis

11/04/2007



El diablo viste de Prada, Cristo, de Gloria in excelsis. Mientras digo adiós al agua bendita, las catedrales y el tantarantán de los atambores, aprovecho lo del Pisuerga para entregar mi tasco semanal, más bavaroise que callos a la madrileña. Traigo cartas marinas que de poco sirven pero que se encadenan como cerezas en el cesto:
Azaña prohibió las procesiones de Semana Santa en aquella República que tanto gusta a ZP y ahora en vez de procesiones hay desfiles de carrozas con cristos ensangrentados, vírgenes de lágrima perlada, cien centuriones que azotan y un cireneo que ayuda. Endesa anda en reparto a gusto de nadie. Cuba y los cubanos se carcajean de Moratinos, la Trini y la Pagín, tres en uno, ¡qué saldo!, con los dictadores se hermanan, se quieren, se besan, con los disidentes, ni mu. Los de Ermua prohíben al Foro usar el nombre del pueblo de Miguel Ángel Blanco porque “criminalizan el diálogo y la pluralidad”. Los etarras y sus cómplices juegan a repartir bendiciones y renuevan cada día su pulso al Gobierno; visten de Valentino (moralmente hablando, claro): son los buenos aunque sus víctimas vistan de Gloria in excelsis. La doña, delgada como un colchón de arrugas amarrado, se ha ido a China a predicar feminismo a la Federación de Mujeres de Shangai, viste de Chanel cuando no se pone el Shari Vari de la arruga es bella… Y ZP, en los escenarios de su corral de comedias jugando a no estar, con lo que eso jode.
Mi amigo y casi hermano Enrique de Castro, el cura rojo de Entrevías, anda en cismas litúrgicos y en dengues eclesiásticos. Da rosquillas en vez de hostias. Lo quieren excomulgar pero si rema contra corriente vestirá de Gloria in excelsis. Hay niebla, luces mecidas por el viento, y vale poner estampas al libro de la memoria: dos años vivimos juntos, por entonces vestíamos de Lacoste y Fred Perry, no habíamos oído hablar de la Carolina Herrera y el Ralph Lauren, aún vivía Carlos, su padre, aquel Teniente General del Estado Mayor del Aire. Le ponen banderillas y pido a Confucio palabras: “Cuando el Cielo nos envía calamidades, podemos superarlas; cuando las hemos buscado nosotros mismos, sucumbiremos ante ellas”.
Son cosas del camino, no de la naturaleza, pero alguien dijo que los caminos pertenecen a la historia, y los ríos, a la geografía. Quiero pensar que todo es nada y me pongo a leer: “En medio de esta inmensa confusión, una sola cosa está clara: estamos esperando a Godot”. Pues, eso.

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