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1368.- Lapsus lingue

15/01/2007

ZP se explicó mal, ¡qué estaría pensando el angelito! «Hemos tenido un trágico accidente», proclamó, aunque enseguida corrigió: “Fue un trágico atentado”. No añadió: “Un vil y criminal atentado”; hubiera sido demasiado. Los ingenuos lo llaman “inocente lapsus lingue”, pero Freud explicó que los lapsus lingue carecen de inocencia, reflejan profundas verdades y que, bajo presión y ante la imposibilidad de enmascarar exitosamente nuestros más secretos pensamientos y deseos, afloran las verdades bajo la forma equívoca. ZP, una vez más, mamó con su hermano Rómulo la leche materna, la de la loba de la revolución.
Lo del “trágico accidente” no fue un lapsus freudiano. Freud estaba loco; el médico, el filósofo, el neurólogo, deliraba cuando aquello. Lo de ZP fue una equivocación sin importancia. Como cuando te marchas de casa sin tomarte el desayuno. Como cuando llueve sin permiso del hombre del tiempo.
Como dice doña Teresa, la bien plantá, refiriéndose al Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, ZP es un papelito que hay que superar, y Freud se murió sin estudiarle. No vio la ola de banderas blancas cabalgando por las calles de Madrid: senos y crestas encabritados como las tetas de la chica de Arcade o el culo de la concejala de Lepe. Desde Colón a la Puerta de Alcalá, mírala, mírala, como una ola su amor creció. Allí estaban Zerolo y la Bibiana como si bailaran una cumbia sabrosa con su pollera colorá. Como una ola de fuego y de caricias, la Miriam Gallego y el José Sacristán, el Llamazares y la Cayetana Guillén. De espuma blanca y rumor de caracolas, lucían su mala leche el argentino Lupi y el portugués Saramago, el hombre duplicado. Montxo Armendáriz y Ariadna Gil perdían el timón sin darse apenas cuenta. Cuando se fue su amor como una ola, el corazón de Loles León quedaba preso de su cuerpo y de su piel. En la cabecera, maullaba brava Rosa Regás y, como una ola, se deslizaban Víctor Manuel y la Bibiana Fernández, Caldera y Chaves, Pepiño Blanco y Miguel Sebastián, López Garrido y doña Carmen Calvo, esa chica de Cabra que ha llegado a ministra de ZP. Todos pedían la paz y uno sin enterarse de que andábamos en guerra.
Cuando llegue el lardeiro les diré. O cuando bailen los tulipanes el sarao de primavera.

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