Volver a Artículos     
1364.- No hay producto...

18/12/2006



En alguno de nuestros gerifaltes no hay producto. Hasta lo sabe Risto Mejide, ese sádico con cara de pijo que juega a asustar a los niños y las niñas OT. Risto, sin saber cantar, se ha convertido en el más famoso de Operación Triunfo. Juega a despiadado y eso vende. Desde el escudo protector de unas gafas de sol graduadas, lanza puyazos envenenados para auparse al podio de la gloria. En el juego de Telecinco, han creado un personaje ficticio para aumentar audiencia a cualquier precio. En la OT4, mientras Edith Salazar se hacía la buena, Noemí Galera y Kike Santander trataban despiadadamente a la esforzada artista Idaira. Ahora, se han inventado un dementor.
Igual que Risto, nuestros cabecillas políticos parecen “dementores”, unos seres que absorben toda la alegría que pueden de las personas dejándolas con las peores experiencias de su vida. En los libros de Harry Potter se explica que los dementores son las criaturas más horrorosas que caminan por la tierra y que, si pueden, usan su última arma contra las personas: administran su beso con el que sacan el alma a sus víctimas. Los dementores no caminan sino que se desplazan a unos cinco centímetros del suelo. Andan como en volandas para debilitar a su víctima y así poder alimentarse. En el pasado, los dementores fueron asociados a los magos oscuros. Luego, el Ministerio de Magia los usó como carceleros en la prisión de Azkaban. La forma de combatir a un dementor es el complejo hechizo “Patronus”, que hace de escudo plateado entre el dementor y su oponente. Para realizar este hechizo, se debe tener buena concentración y pensar en las cosas agradables que nos hayan sucedido...
En las postrimerías del año que agoniza, ando tras el hechizo Patronus para recrear las cosas agradables que me han sucedido y, como se ha muerto Pinochet, traigo a Pablo Milanés, el cubano de la Nueva Troba: “Yo pisaré las calles nuevamente/ de lo que fue Santiago ensangrentada/ y en una hermosa plaza liberada/ me detendré a llorar por los ausentes.” Poca paz trajo a su Chile aquel personaje siniestro, pero cuando muere un dictador, fiesta y llanto según la feria. ¡Que descanse en paz si es que puede!
Rehago las cosas agradables a pesar de que el presidente del Gobierno de España está metiendo a mi nación en un viaje a ninguna parte, o sea, un viaje “a la buena ventura”, que no quiere decir un viaje “a la buena de Dios” pues él no cree en Dios; en esto, como cuando Felipe González, en la primera entrevista con Adolfo Suárez en 1977, para marcar sus diferencias ideológicas o de biografía insistía una y otra vez en que él era ateo y Suárez creyente; era su única obsesión. Que se sepa, ZP no es tan gafe como Luis Solana, el sobrino nieto de Salvador de Madariaga y hermano del “Alto Representante de la Unión Europea para Política Exterior y de Seguridad” y flamante Premio Carlomagno 2007. Cuando lo de Felipe González, el gafe Luis Solana fue presidente de Telefónica y luego director general de RTVE -aún se recuerda este comentario jocoso: “Me ha pasado una cosa rarísima. De repente, el teléfono ha vuelto a funcionar, pero en el televisor han empezado a salir interferencias”-.
En sus viajes a ninguna parte, Rodríguez lleva su cuaderno de bitácora en una carpeta de cartón mal sujeta por gomas que ya no consienten el exceso de rutas previsibles e imprevisibles. Cuando alguien le dice “por aquí”, echa mano del primer mapa que encuentra y esboza su sonrisa sin alma. Si sucede algún traspié, acude a sus dos dementores más floridos: a María Teresa para que lo cuente como del Ministerio de Magia y a Pepiño para que lo aclare a lo socialista. “¿Qué decimos, jefe?”, le preguntan. Y él: “Contad lo del viaje a ninguna parte…”
Cuando no hay producto, viene el dementor. Así ahora.

  Volver a Artículos