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1356.- El “simpecao”

23/10/2006



Amanece en Despeñaperros y Andalucía se diluye en tinieblas inhóspitas. La Mancha asoma. Regreso a casa. En el horizonte sonámbulo, aún anda el sabor y el olor del último milagro que pasó por mi paladar: el brandy Luis Felipe. Lo recuerdo como si una sonata de Mozart, tal vez la K-545 con perdón de los melómanos. Hay más hornacinas que santos pero la cosa bien vale un viaje a “La muy noble y muy leal ciudad de la Palma del Condado”, un lugar con categoría oficial de Conjunto Histórico, tierra de grandes vinos y de ‘simpecaos’, esa salvaguarda de color que usan las cofradías camino del Rocío.
Esto del ‘simpecao’ me lo explicaron en su día. Para pasear a la Virgen por las calles, se inventó un pasopalio, luego doce varales, los balaustres, el palio y el techo, la bovedilla de plata, algunas con bambalinas para que se mecieran por los caminos, se quitaron los zancos y las trabajaderas y en su lugar se puso un palo de aguja rematada en una yunta donde dos bueyes son uncidos por los frontiles, unos costales. Se dejaron los respiraderos de plata, los candelabros y los guardabrisas hasta que apareció el simpecao: una imposible peana, saya, manto y corona.
En el sabor y el olor del recuerdo, descansa el brandy Luis Felipe que es como preparar el viaje a los guerreros para que lleguen a tiempo a la batalla (yo me entiendo y luego diré). Me cuenta el alcalde, que además es senador, que del Brandy Gran Reserva 100 años Luis Felipe tan sólo se ha puesto a la venta una tirada única de 786 botellas, con una vejez aproximada de 100 años y extraído de las botas más antiguas. Para beberlo sin pervertirse, casi hace falta un simpecao. Es como nuestro C-295, un avión que, según los norteamericanos, “es la solución más efectiva para la doble y vital misión de proteger nuestro territorio y transportar a nuestros soldados al campo de batalla». Lo del C-295 tiene su guasa: aunque necesitamos alquilar derrengados aviones rusos para trasladar a nuestras tropas por los escenarios europeos, tenemos excelentes aviones para trasladar soldados extranjeros al campo de batalla. Luego te enteras de que para ser español del todo a nuestro avión le falta la tecnología y los motores, una minucia, o sea, que podemos presumir de la plataforma, de la estructura y del montaje; algo es algo: me acogeré al an awkward silence, ese silencio incómodo donde al hablar, sangras, y al callar, agonizas.
Recupero la ilusión y juego a ser del Real Madrid. Me digo que aún es posible, que dos puntos no son nada, que Capello se comerá el turrón por Navidad. Que Fernando Alonso se ha proclamado campeón del mundo de Fórmula 1. Que el Barça no es el dios que todos dicen sino el compañero bravucón del pupitre de al lado. Que María Teresa Fernández de la Vega puede ser una buena concejala aunque no destrone a Gallardón. Que lo del Parlamento Europeo es una broma de mal gusto que los etarras han gastado al incauto ZP y a toda España. Que lo de Juan Ignacio Zoido es verdad y puede que acabe de alcalde en Sevilla, rodeado de campanilleros, ¡lástima que en Andalucía no hagan falta tripartitos! ¡Se basta Chaves aunque en oratoria cero! Si Zoido le echa coraje y equipos, llegará a la alcaldía y adonde haga falta. Será como Eugenia de Montijo pero en demócrata: de magistrado en La Laguna a juez decano de los juzgados de Sevilla, de la Sala de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía a director general de Relaciones con la Administración de Justicia cuando lo de Margarita Mariscal de Gante. De la delegación del Gobierno en Castilla-La Mancha a la de Andalucía. Aunque sea del Sevilla, es un político cercano. Bajo el simpecao de una hermandad rociera, le invitaré a una copa de Luis Felipe (del más barato, claro).

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