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1345.- La Rebelión de Atlas

22/08/2006

Mientras un talaverano, casi un niño, se merienda los circuitos de las dos ruedas y consolida su primer puesto en el Campeonato del Mundo, España se vuelve loca de puñetazos dialécticos y no tan dialécticos en la última curva del circuito veraniego. Álvaro Bautista se sabe favorito pero dice que "hay que ir carrera a carrera" (en esto, como ZP con lo suyo). Pronto será más popular que la Belén Esteban y la Maite Zaldívar juntas, sobre todo si se echa una novia pánfila o espabilada.
Cuando las playas se llenan de cadáveres explotados, carne de patera insensata en busca del paraíso: más de 17.000 inmigrantes han alcanzado Canarias en patera en lo que va de 2006; casi el doble de los habitantes de El Hierro; una media de 300 inmigrantes al día en agosto; las ONG calculan que unos 8.000 inmigrantes han perdido la vida en su intento por llegar a Canarias, al margen de los 3.000 cadáveres que han sido encontrados...
Cuando gentes encapuchadas queman, noche del sábado noche en San Sebastián, un microbús de la compañía del tranvía y quedan inutilizados un montón de coches. Cuando el portavoz batasuno Joseba Permach respalda públicamente y como si nada el comunicado de ETA y acusa al Gobierno de mantener una actitud «represiva contra la izquierda abertzale» y avisa de que «las cosas pueden ir a peor». Cuando el líder de la Oposición, más paloma que alcón y se sabe, se ve forzado a exigir al presidente del Gobierno que «con la máxima urgencia» dé explicaciones al país (me refiero a la nación, no al periódico de los zapatistas, ¿se dice así?) sobre qué es lo que «ha acordado con ETA» y si tiene compromisos con la banda. Cuando el fiscal general del Estado, un tal Cándido no sé qué, bueno, sí lo sé, en vez de defender los intereses de los españoles defiende a Batasuna. Cuando media España sospecha y la otra media lo sabe que el PSOE prepara una coalición postelectoral con aquellos partidos que quieren que Navarra deje de ser española. Cuando a la historia hay que retorcerla para encontrar su memoria arrojadiza, eso que llaman memoria histórica y no verdugo resentido…
Cuando muere un dictador que encontró a su pueblo rico y lo empobreció en provecho propio y de los suyos, ¡pobre Cuba rica! Cuando al morir lo que importa es el buffet del tanatario y las lágrimas de los seguidores que camuflan la neblina del recuerdo.
Cuando los dioses sólo reciben adoración en los estadios del balompié y los héroes son cantantes desafinados. Cuando arrastra menos Beethoven que Bustamante.
Cuando es demasiado tarde para sollozos o para principios y a esto sólo lo ha de salvar el fútbol nuestro de cada día, dánosle hoy. Cuando las divinas palabras no son tragicomedia de aldea sino refugio mediático de mentes intolerantes. Cuando, como ya dije en otra ocasión, lo mejor es fusilar la luna por incompetente o al menos consentidora...
Cuando todo esto y mucho más, Atlas debiera ponerse en huelga de brazos caídos; que se joda el mundo entre carcajadas o entre sollozos:
-Si vieras a Atlas, el gigante que sostiene al mundo sobre sus hombros, de pie, corriéndole la sangre por el pecho, con las rodillas dobladas y los brazos temblorosos, intentando hacer acopio de sus fuerzas, mientras el globo pesa más y más sobre él, ¿qué le dirías que hiciera?.
-Que se rebelara.
(Lo escribió Ayn Rand; estuve de nuevo con las mil cien páginas de su ‘Rebelión de Atlas’; ver artículo 1124)
Decía Lucero, aquel que una veces llamaban ‘séptimo miau’ y otras ‘compadre miau’, que Dios no mira lo que hacemos porque tiene la cara vuelta; Lucero, el de Valle Inclán en sus ‘Divinas palabras’, aquel libro que llevaba por subtítulo ‘Tragicomedia de aldea’.

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