1328.- Una tarde con Irene Villa
La mujer que sabe que se puede.- Cuando un jueves de otoño los amigos de Otegui, “El Pacificador”, arrancaron a Irene sus piernas de niña brindaron con cava y Txakoli de Getaria. Uno de los médicos del hospital Gómez Ulla madrileño informó así al padre de la muchacha: “La explosión de una bomba alojada en los bajos del coche ha hecho que la niña saltara por los aires, ha pedido las dos piernas, los brazos y tiene la cara desfigurada, no sabemos si podremos hacer algo por salvar su vida pero necesitamos su consentimiento para seguir adelante con las operaciones.” Y el padre: “Sólo tiene doce años, no se puede condenar a una niña a vivir en una jaula para siempre. No puedo obligar a mi hija a estar atada de por vida a un cuerpo roto, no puedo dar esos permisos, prefiero que la dejéis morir...”
Ahora, Irene, una mujer que sonríe a pesar de tanta sinrazón, explica: “Pero pronto espabiló mi padre y se encargó de que sus piernas fueran las mías.” Han pasado quince años y la semana pasada estuve con Irene Villa, una mujer preciosa que camina sobre dos piernas ortopédicas y que está llena de optimismo. A pesar de que los amigos de Otegui, el Pacificador, le arrancaran medio cuerpo, ha sabido reaccionar y darnos ejemplo. Se ha hecho psicóloga, periodista y licenciada en Humanidades. Sonríe porque en su mente no hay malicia ni resentimiento. ¡Maldito seas, Pacificador! ¡Tú y quienes contigo se juegan España al julepe de la falsa historia sin que los asesinos entreguen la goma2 y las metralletas!
Somos el club de los poetas muertos, admirada Irene Villa, pero nos recuerdas cada día que la esperanza no es lo que el viento se llevó. Mientras me dedicabas tu libro, tu “Saber que se puede” (“A Víctor, para llenarte de ilusión), hablabas bien de todo el mundo y eso me gusta aunque no lo comparta. “Este libro es el hijo que siempre he querido tener”, dijiste. “No les odio, el odio se lo dejo a ellos; si sabes que se puede, lo intentas hacer y lo haces; la esperanza es la gran virtud; no hay que refugiarse en el miedo; si tú no las ves, las barreras no existen; te ayudas si ayudas; lo que importa de verdad está en el interior de cada uno de nosotros…”
Examinado con ojos de este mundo, yo tuve más suerte que Irene Villa. Casi fui víctima del terrorismo en el año 88 (el “casi” se llama suerte, destino, albur, no sé). Tuve un paquete bomba etarra en mis manos y, apenas lo abandoné en una mesa de despacho, una compañera perdió sus manos y otra sus ojos y las ganas de vivir. Irene amiga, gracias por el ejemplo. Tan herida, tú eres incapaz de herir.
Una tarde, Irene Villa y su madre (ésta con una sola pierna y un solo brazo) dijeron a Zapatero que se pusiera en su lugar y en el de los miles de víctimas, que no negociara con los asesinos, y él: “Poneos vosotras en mi lugar, también mataron a mi abuelo” -Nada más llegar al poder, prometió la elaboración de una Ley de Memoria Histórica y ahora está en ello. Tiene el poder y lo ejerce a su conveniencia. No sabe lo del escarabajo que pudo con el águila en la fábula de Samaniego-.
Aunque el gol de Shevchenko fuera ilegal, según dicen, y el árbitro alemán mirara para otro lado, mientras algún exaltado quema banderas españolas la senyera catalana tomará París. La nación catalana, ya oficial por decisión del amigo de ese “Pacificador” que lamenta que Irene Villa no muriera del todo, echa el resto para airear en París el rejón a Espanya y lo espanyol (enyes fuera, conyo). Cuando las lágrimas sean lágrimas de celuloide, en nuestra película no viajarán carros de fuego ni se usará la escopeta nacional. Habrá una conspiración de silencio, un gran carnaval, y no diremos qué bello es vivir, sólo arsénico por compasión. Las cumbres están borrascosas y los horizontes perdidos...
Mientras en París se brinda con cava para celebrar que el representante espanyol en la champions ligue no representa a Espanya sino a Catalunya, nadie se esfuerza “per a ofrenar noves glories a Espanya”. Pero no lloraré. Me lo ha enseñado una mujer que sabe que se puede.
Hasta brindaré con tinto de Arganda para que el Barça gane por fin su segunda Copa de Europa, jo…