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1311.- Tomar soleta

El presente es el pasado viajando con seudónimo. Otros dicen que de incógnito. Lo he leído no sé dónde. Cambiar de año no es nada. Es lo de cada día, lo de cada instante: dejar de ser mientras se sigue siendo. Lo que pasa es que el uno de enero se escenifican los instantes de cada instante. Cuando bebíamos cava para simbolizar la eternidad del instante fugaz, el cosquilleo de las burbujas rezaba padrenuestros en nuestra garganta. Ahora, con el champán y los espumosos paladeamos sensaciones idénticas. Sentir es vivir, y la vida, una agonía soñolienta.
Como el vivir y el morir llega siempre reburujado en significados inconexos, al decir estas cosas, hablo sin saber bien lo que digo. Noto que el aire del nuevo año intenta cuchichearme algo al oído, pero ando sordo para los presagios y mudo para las profecías. Al decirlo, claro, porque al tratar de garabatearlo en mis ‘Duelos y Quebrantos’, me abordan otras especulación: “Serán procesados quienes intenten encontrar una finalidad a este relato; serán desterrados quienes intenten sacar del mismo una enseñanza moral; serán fusilados quienes intenten descubrir en él una intriga novelesca.” Sí, como las palabras del frontispicio que puso Mark Twain a ‘Las aventuras de Huckleberry’, el compañero y amigo de Tom Sawyer.
Pasado el instante mágico tan carente de magia del final de las doce campanadas, la Humanidad toma soleta en el enero gélido donde las cuestas se agigantan. ‘Tomar soleta’ es andar aprisa, correr, huir…, aunque en su significado primigenio, la ‘soleta’ era la pieza de tela con que se remendaba la planta del pie de la media o del calcetín cuando se rompía. En cualquiera de las dos estampas, la vida es tomar soleta.
En el año que pasó, quien más y mejor enhebró grandilocuencias fue Rodríguez Zapatero. Desde su levitación, habló y habló de esto y de lo otro. En el penúltimo repecho de la última cuesta, se dejó olvidado el talante con que disfrazaba sus discordancias. Como no puede seguir a la intemperie, se lo andan buscando Moratinos en Bolivia y Rubalcaba en la carrera de San Jerónimo. En el susodicho repecho, Rajoy habló de la peligrosidad de un bobo solemne y todos miraron en la misma dirección. A nadie gusta sentirse descubierto. Por cierto, ese Rajoy enigmático y algo cachondo ha pedido a los Reyes Magos que se le retire el título de ‘Jefe de la Oposición’. Ya no se necesita que el líder del segundo partido más votado represente institucionalmente a los demás partidos. Con ‘el agarra lo que quieras’ de ZP, los demás se han pasado a sus filas aunque jueguen a limar palabritas como ‘nación’ y ‘solidaridad’ para no joder del todo los sentimientos de los españoles. En el “Todos versus PP”, Rajoy se ha quedado a solas con la mitad de los españoles: ‘Iberconsulta’ para ‘La Razón’ dice que el PP conseguiría hoy seis diputados más que el PSOE y ‘Sigma Dos’ para ‘El Mundo’, que se anda en empate técnico. La vida es tomar soleta, ya dije.
Con el inicio del año neófito, una ley hecha a iniciativa de una señora que nunca fumó y apoyada por un señor que fuma como un carretero, los ceniceros han desaparecido de las empresas y lugares públicos. La que nunca fumó se llama Elena Salgado y es la quinta mujer que ocupa la cartera de Sanidad en España (¿O es Elena Espinosa?, no, las dos son gallegas pero creo que ésta es la de Pesca). El fumador empedernido se llama Mariano Rajoy, también gallego, pero en esto ha dicho amén. Hay una guerra de cifras: los costes sanitarios directos de seis enfermedades asociadas al consumo de tabaco suponen una cifra estimada de 3.900 millones de euros anuales; el ingreso que percibe el Estado por el consumo de tabaco está en el entorno de los 6.000 millones de euros; un fumador habitual tiene una esperanza de vida inferior al de una persona no fumadora, o sea, que los fumadores se mueren antes y el ahorro en pensiones es mucho más que todo eso…
Nadie sabe lo que nos traerá el final de la tarde, así que: ¡Feliz año, amigas y amigos, que somos es el pasado viajando con seudónimo!

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