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2027.- El jardín de las desdichas

04/09/2018

Poco que ver el jardín de las desdichas con “El jardín de los cerezos”, la obra de Antón Chéjov, un médico, escritor y dramaturgo ruso encuadrado en la corriente más psicológica del realismo y el naturalismo, un maestro del relato corto que murió al comenzar el siglo XX y había explicado que “los tiempos cambian y nosotros cambiamos con ellos”.

“Dudar vale más que estar seguro”, escribió muchos años antes Voltaire (François-Marie Arouet, (1694/1778) un escritor, historiador, filósofo y abogado francés, que perteneció a la masonería y figura como uno de los principales representantes de la Ilustración, un período que enfatizó el poder de la razón humana, de la ciencia y el respeto hacia la humanidad.

En el jardín de las desdichas, hubo un Papa que cuando tomó posesión del cargo, dijo: “Vengo sin dinero y así deseo marcharme”; Juan Pablo I, de nombre secular Albino Luciani, fue el papa número 263 de la Iglesia católica y soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 26 de agosto de 1978 hasta su muerte, ocurrida 33 días después.

Aquel pontífice misterioso vendió el anillo de oro que le había regalado Juan XXIII y autorizó a los párrocos a que vendieran joyas de sus parroquias —en su día fui el Delegado Provincial del Ministerio de Cultura de Toledo y no hubiera aceptado que el cardenal Marcelo González Martín, Primado de España entre 1971 y 1995, hubiera autorizado la venta, por ejemplo de “El Entierro del Conde Orgaz” de El Greco que está situado en la iglesia de Santo Tomé de la Plaza del Conde número 4.

El papa Luciani quiso una ceremonia simple y renunció al rito de coronación, lo que planteó un problema de denominación a los liturgistas que rápidamente encontraron un nombre: “Fiesta de la inauguración del pontificado”. Fue el primero en inaugurar su pontificado sin utilizar los símbolos del poder papal: la tiara (la triple corona cargada de joyas que simboliza a la Iglesia triunfal, el poder espiritual y el poder temporal de los papas) o la silla gestatoria. Un gesto de humildad que recibió el aplauso mundial.

El Papa número 263 de la Iglesia católica en su primera aparición pública salió al balcón de la plaza de Vaticano una hora después de su elección, y antes de dar la bendición urbi et orbi (a la ciudad de Roma y al mundo entero) cantó en latín, demostrando lo que sus feligreses ya sabían, que Juan Pablo I cantaba mejor que Freddie Mercury, Bob Marley, Frank Sinatra, Elton John, Marc Anthony, David Bowie y Julio Iglesias. Albino Luciani tuvo que salir una segunda ocasión ante los aplausos de los 300.000 fieles que llenaban la plaza. Después, por decisión suya, se encerró con los 111 cardenales (de los que 81 habían votado a su favor) hasta el día siguiente.

Llevaba sólo 33 días de pontificado, cuando el papa Juan Pablo I apareció muerto en su cama. Según el comunicado oficial, murió de un infarto agudo de miocardio. Aunque oficialmente se negó, un benedictino que trabajaba en la Secretaría de Estado dio a conocer a un amigo, el mismo día de la muerte, que hubo autopsia y que por ella se supo que murió por la ingestión de una dosis fortísima de un vasodilatador que en la tarde anterior le habría recetado por teléfono su médico personal de Venecia —Juan Pablo I, ni lo uno ni lo otro. El papa con el pontificado más corto fue Urbano VII (15-27 de septiembre de 1590), que lo ejerció durante 13 días, y los Papas asesinados fueron: Esteban VI (896-897), estrangulado; Esteban VII (939-942), mutilado; Juan XII (955-964), asesinado por un hombre que lo sorprendió cometiendo adulterio con su mujer; Benedicto VI (973-974), estrangulado; Juan XIV (983-984): muerto de inanición, malos tratos o asesinato; Gregorio V (996-999), envenenado.

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