Volver a Artículos     
2015.- Laura y Virginia

09/07/2018

Aguardando a que salgan las ranas, en los avatares de su vida está el hombre que sabía demasiado —nada que ver con la película de Alfred Hitchcok protagonizada por Doris Day y James Stewart: “Qué será, será. Lo que tenga que ser será. El futuro no es nuestro para que podamos ver. Qué será, será. Lo que tenga que ser será” (y etecé).

El hombre que sabía demasiado decretó que en la corte mujeriega de Pedro Sánchez Pérez Castejón la sucesora de la cabezolana Pilar Sanz se llamara Lirio Martín García; el nombre de mujer Lirio simboliza la pureza y la belleza refinada —el lirio blanco simboliza la modestia y la virginidad, el lirio naranja, la pasión, el amarillo, la alegría, mientras que el lirio de los valles simboliza la dulzura y la pureza de corazón. El lirio de Pascua es el símbolo de la Virgen María—. Y que su actual jefa, la delegada del Gobierno en Castilla y León, se llamara Virginia Barcones.

Según ha predicado en su toma de posesión, el objetivo de Lirio Martín es luchar contra la despoblación de la provincia y la elemental violencia machista; dos objetivos que ojalá sean alcanzables —Sherlock Holmes jamás dijo “elemental, mi querido Watson” en las novelas de Conan Doyle. Lo que es correcto es que en alguna ocasión (no siempre), pronunció la palabra «elemental» y en otras «mi querido Watson» pero por separado y en contextos diferentes.

Cuando mi amigo José Hermida —juntos hemos recorrido media España dando cursos de negociación, comunicación y oratoria— publicó hace seis años “Confucio y la máquina de café”, puso como subtítulo esta pregunta: “¿serías capaz de cambiar el rumbo de tu vida en tan solo tres días?” —José es autor también del libro “Hablar sin palabras”—: en el contexto de dentro las artefactos expendedores, las máquinas de café gozan de gran popularidad. Su función es suministrar un vaso de bebida caliente con su cucharilla y dosis de azúcar a cambio de un precio estipulado. Actualmente, la oferta de productos existente se ha ampliado incluyendo no solo una gran variedad de cafés sino también otras bebidas como chocolate o infusiones. El usuario también puede programar la dosis de azúcar requerida. Una vez que el cliente elige el café que desea, se inicia su ciclo de elaboración, que comienza con: Liberación del vaso que se deposita en un receptáculo protegido por una puerta transparente; dosificación de una mezcla de café en grano natural y torrefacto que pasa a un molinillo para su trituración; el café molido se envía al grupo de café, que se comprime mediante un sistema de biela-manivela; el agua se calienta en la caldera del café en donde se introduce por medio de una bomba. Para obtener café con leche, se añade al café leche en polvo diluida en agua a alta temperatura.

En la nota número 13 de las 16 con que finaliza su libro, mi compañero Jose Hermida así se manifiesta: “Cuando veas a personas admirables, piensa en cómo igualarlas. Cuando veas a personas zafias, incultas y malvadas, procede inmediatamente a examinarte”.

En la obra “Disraeli” de André Maurois —seudónimo de Emile Herzog— aprendí que que aquel personaje fue para mí apasionante e iluminador.

En el capítulo sexto asegura que “la faceta luminosa de los hombres permanece oculta para quienes solo la conocen en la vida pública”.

Del año 1763, mi casa de la plaza mayor de Turégano se construyó tres años más tarde —“Jesús María y José año de 1766, dice el dintel de entrada”— conservo celosamente un tintero de cerámica azul y blanco con esta inscripción: “Cap de Va de M, Año de 1763”, en la nota número 13 de las 16 con las que finaliza su libro, Jose Hermida así se manifiesta: “Cuando veas a personas admirables, piensa en cómo igualarlas. Cuando veas a personas zafias, incultas y malvadas, procede inmediatamente a examinarte”.

Y atando algunos cabos sueltos sobre Lirio y Virginia, si el “Pedro Páramo” de Juan Rulfo comienza con “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo, “El Llano en Llamas” del mismo autor así comienza: “Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas”.





  Volver a Artículos