1985.- Masones en la trinchera12/01/2018
A punto de tomar posesión de su escaño en el Parlamento de la Comunidad Autónoma de Cataluña, algunos, con cien cañones por banda y viento en popa, dicen y piensan que se trata del Parlamento de la República Independiente de Cataluña.
Un relato de Gibrán, un poeta, pintor novelista y ensayista libanés que nació el día de los Reyes Magos del año 1883 y murió el año en que se proclamó la Segunda República Española así lo explica: “En la vieja ciudad de Afkar moraban dos sabios que mutuamente se odiaban su sabiduría. El uno afirmaba la existencia de los dioses y el otro la negaba con vehemencia. Un día se tropezaron en el mercado y, entre las gentes, empezaron a discutir sobre si existían o no los dioses. Y, después de muchas horas de ardua discusión, cada cual regresó a su casa. Y esa noche, el incrédulo fue al templo y arrodillado ante el altar imploró el perdón de los dioses por sus antiguos errores. Y esa misma noche el sabio que creía en la existencia de los dioses incineró todos sus libros sagrados, pues se había convertido en un incrédulo.”
Carles Puigdemont Casamajó pasará a la historia como aquel loco que dibujó Albert Einstein: "Tengo una pregunta que a veces me tortura: ¿estoy loco yo o los locos son los demás?". La locura de la que más se lamenta es de la que no cometió cuando tuvo la oportunidad —alguien le dice al oído lo que tiene que hacer o decir para que la historia de Cataluña le canonice como “Mártir de la Libertad”.
De Puigdemont dicen que es un masón atrincherado que utiliza ab libitum cada uno de los Grados Simbólicos de la masonería: el de Aprendiz, el de Compañero y el de Maestro. La francmasonería o masonería es una institución de carácter iniciático, filantrópico, simbólico, filosófico, selectivo, jerárquico, internacional, humanista y con una estructura federal, fundada en un sentimiento de fraternidad. Josep María Matamala—el hombre del pelo blanco que pasea con Puigdemont por Bruselas como si su sombra—, es un ferviente partidario de la independencia de Cataluña y al parecer se ha convertido en el confidente y apoyo del expresidente autonómico catalán que se hace llamar presidente de la República Catalana en el Exilio.
A su lado, Artur Mas, Oriol Junqueras, Carme Forcadell y otros treintaitrés compañeros. A su servicio, Juan Gabriel Rufián Romero y otros cuarenta y nueve aprendices. No aceptan la autoridad de la Gran Logia de España que está en la calle José Lázaro Galdiano número 4 de Madrid.
La Gran Logia de Cataluña —oficialmente Gran Lògia de Catalunya— se organiza como territorio simbólico soberano porque su ámbito territorial es Cataluña. Una vez reanudada la democracia, la fórmula federal se desestimó y la Gran Lògia de Catalunya anduvo sola, ya que la evolución del pensamiento masónico no identifica a las logias con los estados, sino que identifica a las logias con la personalidad de un territorio. No se trata de adquirir una visión nacionalista, sino de adecuar las realidades de los territorios a las logias. Son masones en la trinchera.
Atando cabos hoy digo que Puigdemond desconoce este mini relato de Augusto Monterroso: “Hubo una vez un Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho”. Tal vez por ello, algunos quieren fusilar a la Luna.
Dos tiros a media distancia y luego el tiro a bocajarro en la nuca, ¡pum!, eso que llaman rematar al moribundo.
Desde su pedestal del cielo, la luna no es la quimera de los poetas y de los enamorados. Es la espía que independientemente de los masones catalanes en la trinchera no cesa y que ni sus eclipses organiza.