1962.- La corbata invisible18/10/2017
El hombre honra al lugar, no el lugar al hombre, y la corbata invisible de Pedro Sánchez en la celebración del Día de la Fiesta Nacional, fue la farsa de un aguafiestas desabrido en el izado y homenaje a la Bandera Nacional, en el homenaje a los que dieron su vida por España, en el desfile aéreo, en el desfile terrestre y hasta en la Recepción Oficial de los Reyes de España en el Palacio Real de Madrid.
Hay quien dice que la corbata invisible del marido de la vasca Begoña Gómez —no hace tanto que aquel matrimonio que se hacían llamar “los Obama españoles”— marca el principio del fin de este otoño español a la deriva.
Cuando Trinidad Jiménez era concejala del Ayuntamiento de Madrid casó por lo civil a Eduardo Madina y a Pedro Sánchez; al primero en un barco por el Guadalquivir, al segundo, en el hipódromo madrileño de La Zarzuela.
A veces, lo invisible es lo más visible. Crear algo de la Nada convierte en visible la utopía de lo no existente, y la corbata invisible del marido de María Begoña Gómez Fernández era un disfraz. Las malas lenguas chismorrean que Pedro Sánchez la llevaba en el bolsillo “por si las moscas” —un modismo del “por si acaso”—, y para llamar la atención, una pesadilla de los abandonados a un destino problemático.
“El bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen”, argumentaría Rabindranath Tagore, el premio Nobel de Literatura de 1913 que no conocía los discursos sin chicha ni limoná de algunos de los actuales políticos españoles.
Tempus fugit —el tiempo huye—, y como en un minicuento de no recuerdo quien, “Encima de un enorme iceberg a la deriva por el Atlántico Norte, un señor de Cuenca, funcionario de correos, y un pingüino discutían por el precio de un sello. El debate era agrio, visceral, a cara de perro, y quizás hubiera durado días, meses, años. Pero el iceberg no.”
En cierta ocasión preguntaron a Aristóteles, uno de los sabios más preclaros de la historia, qué explicación encontraba en el hecho de que busquemos más frecuentemente el trato con las personas que son hermosas que con quienes son feas, y éste respondió: “Esa pregunta es propia de un ciego” —el discípulo de Platón y preceptor de Alejando Magno si hoy viviera mandaría a Puigdemont y a sus conjurados y a Pablo Iglesias y sus satélites al ostracismo; en la Grecia antigua, el destierro a que se condenaba a los ciudadanos que se consideraban sospechosos o peligrosos para la soberanía popular.
Cada persona quiere conservar u olvidar su legado. Unos por la derecha —desde “En el Alto del León hizo Castilla una hazaña que la cantan las estrellas a las madres apenadas. Madrecita, madrecita, madrecita, ya no llores, que en el Alto del León llorarían los leones (…)”, el “Prietas las filas, recias, marciales nuestra escuadras van cara al mañana que nos promete Patria, Justicia y Pan”, y hasta lo de “Cara al Sol con la camisa nueva que tú bordaste en rojo ayer, me hallará la muerte si me lleva y no te vuelvo a ver (…) ¡Arriba, escuadras, a vencer, que en España empieza a amanecer!” Y otros por la izquierda cantando con el puño cerrado el “Arriba los pobres del mundo en pie los esclavos sin pan alcémonos todos al grito ¡Viva la Internaciona!” —los comunistas con el puño derecho en alto, y los socialistas levantando el izquierdo; en ambos casos, a la altura de la nuca— y los catalanes gritando emocionados Els Segadors: “Catalunya, triomfant, tornarà a ser rica i plena! Endarrera aquesta gent tan ufana i tan superba! Bon cop de falç! Bon cop de falç, defensors de la terra! Bon cop de falç! (...).
Atando cabos, el hombre honra al lugar, no el lugar al hombre, y la corbata invisible de Pedro Sánchez aparecerá cualquier día encumbrando a los lacayos y endiosando a los truhanes que golpean la esperanza: un “estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea” —así define la esperanza el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española.