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1957.- El hombre con dos sombras

27/09/2017

Íñigo López de Recalde —San Ignacio de Loyola, el fundador de los jesuitas, 1491/1556—, escribió que “el primer preámbulo es la historia”.

“Oigo, patria, tu aflicción, y no entiendo por qué callas, viendo a traidores canallas despedazar la nación, buscando solo engañar, distorsionaron la historia para turbar la memoria de las gentes del lugar. Medio milenio hermanados no lo separa un tarado dirigente provinciano, por mucho discurso vano que largue desde su estrado. Fieles paisanos, honrados, que queréis que vuestro nietos /os recuerden con respeto por haberles entregad un país fuerte y aunado. ¡Levantaos, despertad! Negad la eventualidad de una España fragmentada y levantad vuestra espada contra tanta indignidad”, etecé. Bernardo López García (Jaén, 1838/ Madrid, 1870) es el autor.

“¡Cuán solitaria la nación que un día poblara inmensa gente! ¡La nación cuyo imperio se extendía del Ocaso al Oriente! Lágrimas viertes, infeliz ahora, soberana del mundo, ¡y nadie de tu faz encantadora borra el dolor profundo. Desterrados ¡oh Dios!, de nuestros lares, lloremos duelo tanto: ¿quién calmará ¡oh España!, tus pesares?, ¿quién secará tu llanto?, y etecé también. Se trata de la “Elegía a la Patria” de José de Espronceda (Almendralejo, 1808/ Madrid 1832).

“Lo que deba ser, será”, explicó Esquilo —el primer gran representante de la tragedia griega—, y con el orgullo quejumbroso de Bernardo y de José, voy ya a Carles Puigdemont, el hombre con dos sombras: una le fortalece y la otra le persigue —tener dos sombras es ser un mala sombra, dijo no sé quién.

En las Cortes de Cádiz —la Asamblea constituyente inaugurada en San Fernando el 24 de septiembre de 1810 y trasladada a Cádiz en 1814 durante la Guerra de la Independencia Española— a los diputados que no intervenían en los debates de la Cámara se les llamaba "curliparlantes" porque su única función era levantarse y sentarse para votar. Hoy, lo del curliparlante sigue vigente y cada vez que un diputado o un senador interviene, los suyos se ponen de pie y aplauden —en las calles también están los curliparlantes, y en eso siempre ganan los de izquierdas y los independistas. Los de derechas y centristas son curliparlantes del whatsappeo: se pasan mensajes, chistecitos y videos sugerentes, y así se sienten protagonistas de la protesta o del panegírico.

Cuando en este otoño irredento suceda lo que puede suceder, se levantarán monumentos a la Traición y a la Lealtad —la "Puerta de la Traición" del primer recinto amurallado de la ciudad de Zamora hoy se la llama oficialmente "Portillo de la Lealtad"—. Las crónicas cuentan que por él entró Vellido Dolfos, un noble leonés del XI siendo perseguido por el Cid que le perseguía por haber asesinado a Sancho II de Castilla —“¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, no digas que no te aviso, que de dentro de Zamora un alevoso ha salido; llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido, cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco. Si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo...”— Por entonces, la República Independiente de Cataluña era un millón de veces más quimérica que la muerte de Manolete en Linares, la de Joselito en Talavera de La Reina, la de Ignacio Sánchez Mejías en Sevilla —“A las cinco de la tarde. Eran las cinco en punto de la tarde. Un niño trajo la blanca sábana…”; Federico García Lorca eternizó aquella muerte—, la de Paquirri en Pozoblanco, la de El Yiyo en Colmenar Viejo, y por aproximarme a los nuestros, a la muerte en la plaza de toros de Teruel de Víctor Barrio, el torero de segoviano de Grajera.

El primer preámbulo es la historia y las homilías patrióticas de José de Espronceda y de Bernardo López no importan ya en el púlpito de la codicia y el desasosiego de los catalanistas del lo hacemos y ya se verá. Por ello y por todo lo demás, como si un curliparlante que aplaude o silba al hombre de las dos sombras y a los suyos, atando cabos vuelvo al excelso escritor de Almendralejo (José de Espronceda) y al excelente poeta de Jaén (Bernardo López) —no sé a cuál de los dos en ese caso—: "Basta! Poned pie en pared a tanta provocación y cortad la humillación de estos hijos de perra, ¡No se trocea esta tierra, somos una gran nación!".

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