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1953.- Otoño del 17

18/09/2017

Hace siete años, en nombre de la ciudad de Segovia y sus diez sexmos históricos —129 pueblos: 84 pertenecientes a la provincia de Segovia, 4 a la de Ávila y 21 a la de Madrid— tuve el honor de ser el oferente de los frutos de Segovia y su Tierra a su patrona la Virgen de la Fuencisla en el Altar Mayor de la Catedral y, vayas a donde vayas, el lugar se convierte de alguna forma en parte de ti.

Nada que ver aquella intervención del cronista oficial de Turégano en la catedral segoviana pero, independiente de esa efeméride tan personal, el otoño del 2017 quedará rotulado en la catedral de la historia de España como cuando un ratón que se despierta —el francés Jules Renard hace más de un siglo decía en uno de sus minicuentos: "Cuando a la luz de un quinqué escribo mi página cotidiana, oigo un ruidito. Si me detengo, para. Y vuelve a comenzar en cuanto rasco el papel. Es un ratón que se despierta." —al despertarse de nuevo el roedor incansable, los españoles nos hemos encontrado con un otoño, una catedral y una historia formando el trípode articulado para intentar sostener los nuevos instrumentos fumet del papagayo catalanista y de sus amarracos envenenados: El otoño por la estación meteorológica; la catedral porque cada hombre ha de construir su propia catedral; la historia porque, como decía Enrique Jardiel Poncela, es una mentira encuadernada.

De ser posible, en este otoño del 17 los grandes pintores del Renacimiento resucitarían para eternizar la imagen del vencedor. No podrían guardar silencio aunque estuvieran callados como en la obra musical 4′33 (cuatro, treinta y tres) recreada por el compositor estadounidense John Cage, en la que en la partitura solo aparece la palabra “Tacet” —del latín tacet, "él calla", "él queda en silencio"—, y el director indica a los intérpretes que guarden silencio y no toquen su instrumento durante cuatro minutos y treinta y tres segundos. El material sonoro de la obra lo componen los ruidos que el espectador escucha durante ese tiempo, incluido el sonido de la respiración de los espectadores —en este otoño del 17, el silencio es el sonido intermitente del corazón de la mayoría silenciosa española y catalana cuando ven a los independentistas persiguiendo a su propia sombra.
"Quien se queda mucho tiempo mirando a los sueños, termina pareciéndose a una sombra" —lo escribió André Malraux, un novelista, aventurero y político francés del que en su vida se confunden los elementos novelados del escritor con la expresión del hombre público, la propaganda del político y la realidad de los hechos históricos que vivió. Sus biógrafos dicen que fue "el primer escritor de su generación que logró edificar de una manera eficaz su propio mito

Así que pasen cien años, ni las estatuas recordarán el triste otoño del 17. Tras “Cien años de soledad”, como el título de en una de las obras cumbre de Gabriel García Márquez, se recordará este presagio: "Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede".
Mariano Rajoy intenta cumplir cada día lo que aprendió del padre Francisco de Vitoria, un dominico que nació en Burgos y murió en Salamanca y que destacó por sus ideas y contribuciones al derecho internacional y a la economía moral basados en el pensamiento humanista del realismo aristotélicotomista: "Si para la defensa bastare empuñar el escudo, no debe esgrimirse la espada". Por su parte, al molt honorable Carles Puigdemont i Casamajó y a sus gregarios de sin freno y marcha atrás habría que recordarles las palabras de Georges Clemenceau —un médico, periodista y político francés que fue Primer Ministro y Jefe de Gobierno durante la Tercera República Francesa: "Los cementerios están llenos de gente que se consideraba imprescindible".

Atando cabos, en este otoño del 2017, aunque la criptografía sea el arte y la técnica de escribir con procedimientos o claves secretas o de un modo enigmático para que lo escrito solamente es inteligible para quien sepa o crea que sabe descifrarlo, hay un ratón que se ha despertado para interrumpir el silencio elocuente de los españoles.


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