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1952.- Valientes y temerarios

12/09/2017

Tras los paradójicos acontecimientos callejeros de la Diada —el Dia Nacional de Catalunya (Onze de Setembre)— uno no sabe a qué carta apostar pues ese día se ha convertido en un apoteosis independentista catalán a pesar de estar ocasionada la celebración en un error histórico:
Cuando a la muerte sin descendencia del rey de España Carlos II “El Hechizado” pasó lo que pasó, los de Barcelona sacaron la bandera de Santa Eulalia, no la senyera, y se enzarzaron en un combate histórico contra el rey elegido, Felipe V, un francés, y apoyaron la candidatura del Archiduque Carlos, un austríaco;
luchaban “por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España” (sic).

Aunque los españoles vivamos sin referentes objetivos del futuro político inmediato, ¿cómo diferenciar la valentía de la temeridad? —"todo lo que puedas imaginar es real", decía Pablo Picasso, pero la pintura es la pintura y de lo demás cualquiera sabe—. Carles Puigdemont, su comparsa enloquecida y su romería delirante de independentistas tienen ventajas innegables en esa dimensión de valentía y temeridad sin horizonte europeo viable.

El actual torbellino catalanista parece un espectáculo de la realidad —un reality show de valientes temerarios—. Los implicados darían algo por ser encarcelados y por encontrar carros de combate —los vulgarmente llamados “tanques”—a las puertas del palacio de la Generalitat, y a los siete aviones CASA C101 volando sobre las Ramblas y la Diagonal de Barcelona con la bandera de España en el rebufo.

A Puigdemont, sus plumillas le han escrito ya el discurso de despedida. A él y a sus jornaleros de la gloria —Forcadell, Junqueras, Romeva y el resto de los conjurados— les quedan dos telediarios y varios progamas de le Sexta para dejar de apalancarse en sus trece y montar un circo olímpico en la montaña del Tibidabo. Pasarán al ostracismo —el aislamiento voluntario o forzoso de la vida pública que sufre una persona, generalmente motivado por cuestiones políticas—. Algunos intentarán participar en un SLSC —Sálvame de Luxe de Semidioses Conjurados— gestionado por Jorge Javier Vázquez, un polifacético periodista y escritor catalán que nació en Badalona el 25 de julio de 1970 —justo el día de la festividad de Santiago Apóstol que en este año de 2017 solo en tres comunidades autónomas españolas se ha celebrado oficialmente el día del Patrón de España.

Los unos y los otros —los del ostracismo y los que sean indultados por razones de Estado— están embelesados con sor Lucía Caram, una monja dominica argentina contemplativa valiente y temeraria, y por Karmele Marchante, una catalana de Tortosa también valiente y temeraria, que el 15 de septiembre de este año cumplirá los setenta y un años y que quiso presentarse y no fue aceptada su candidatura para representar a España en el Festival de Eurovisión del 2010, bajo el nombre de “Popstar Queen”, cantando desafinada el “Soy un tsunami, yo soy una chica in, y es que soy algo imparable…” y un etecé donde hasta de Gibraltar hablaba.

La tal Karmele intentó presentarse al antedicho festival como si Rodolfo Chikilicuatre, el actor español David Fernández que se presentó en el 2008 y quedó relegado al puesto 16. Atando cabos, todo un éxito si se compara con lo sucedido en el Festival de Eurovisión de este año donde el cantante Manel, un catalán de Sabadell y representante de España en ese festival europeo, ha quedado en última posición. Su paso por el Festival de Eurovisión 2017 será recordado por un desafortunado gallo —una nota falsa o desafinada que emite el que canta o habla, no por un ave galliforme doméstico de cresta encarnada, cola larga y fuertes espolones, o por un pez marino comestible—. Así lo de Manel Navarro Quesada durante su actuación con el tema “Do It For Your Lover” (“Hazlo por tu amante”), que traducido al español es el arranque de este artículo: “A veces la vida causa estragos sin que uno se dé cuenta. A veces parece una melodía frustrada y perdida que no nos deja ver la luz del día”.



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