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1942.- LA TRINCHERA.

23/06/2017

El subtítulo, “La Novela de la Arqueología”. El autor: C. W. Ceram seudónimo de Kurt Wilhelm Marek, un berlinés nacido en plena Primera Guerra Mundial (1915) y que se murió en Hamburgo tres años antes que Franco. El título: “Dioses, tumbas y sabios”, un extraordinario libro que comienza con esta frase de Goethe como epígrafe a modo de sentencia que sintetiza el libro: “No existe un arte nacional. El arte y la ciencia, como todos los sublimes bienes del espíritu, pertenecen al mundo entero, y solo pueden prosperar con el libre influjo mutuo de todos los contemporáneos, respetando siempre todo aquello que el pasado nos legó”.

Cuando vino a este mundo el griego Tales de Mileto, uno de los siete sabios de Grecia, faltaban 2373 años para que naciera el alemán Johann Wolfgang von Goethe, un poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán. “El hombre más feliz del mundo es aquel que sepa reconocer los méritos de los demás y pueda alegrarse del bien ajeno como si fuera propio”, escribió Goethe.

El porqué de los porqués solo lo conoces tú, lector sumergido en tus porqués. “La esperanza es el bien que le es común a todos los hombres, los que no tienen nada más poseen esperanza aún”, dicen que lo dijo Tales de Mileto, un filósofo que nació el 624 antes de Cristo.
El krausismo es una doctrina que defiende la tolerancia académica y la libertad de cátedra frente al dogmatismo. Debe su nombre al pensador Karl Christian Friedrich Krause (1781/1832).

No es el momento de ajustar estos retrovisores filosóficos que antaño tuvieron gran difusión en España.
Hoy, empujado por el devenir de los acontecimientos presentes y por la presunción de los que se avecinan, he vuelto a recalar en Américo Castro y en Sánchez Albornoz, ¡tantos años ya esos dos libros en las estanterías de mi añosa biblioteca!
Américo Castro nació en Cantagalo (Brasil) donde su familia poseía un negocio, y el futuro filólogo allí pasó sus primeros cinco años de vida tras los que sus padres volvieron a España en 1890 y compraron unas tierras en un municipio granadino.
Claudio Sánchez-Albornoz y Menduiña fue un historiador y político español, ministro durante la Segunda República y presidente de su Gobierno en el exilio entre 1962 y 1971. Murió en Ávila el 8 de julio de 1984. Su "España un enigma histórico", sigue en la brecha del pensamiento actual.

De Claudio Sánchez-Albornoz, dos tochos de papel me acorralan y a veces me salvan: “La España musulmana” (Tercera edición, Espasa Calpe 1973, dos volúmenes) y “España un enigma histórico”, tomo I, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, tercera edición, 1971, con dedicación oficial “A la República Argentina, para mí, segunda España” —escaneado de la página 21, un grabado con un mapa de España tiene un puesto destacado en mi biblioteca; de Segovia, solo estos lugares: Turégano, Coca, Cuéllar y Sepúlveda.

Atando cabos, “La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir”, lo decía Gabriel García Márquez. España parece una trinchera con punto final. A punto andamos de regresar a la fuente mitológica del Olvido donde los muertos bebían en ella para olvidar su vida terrena. ¿Y ahora, qué y con quién? Cada día, un manifiesto. Cada semana, un atentado. Cada año, un nuevo gobierno. Cada siglo, un hasta aquí hemos llegado.

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