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1938.- Ángeles dormidos

29/05/2017

Un escritor irlandés —George Bernard Shaw, ganador del Premio Nobel de literatura en 1925— me contó no sé donde que "una vida usada cometiendo errores no solo es más honorable, sino que es más útil que una vida usada no haciendo nada".

Tres años tenía Vittorio Gassman, un actor y director italiano de teatro y cine considerado entre los mejores actores italianos, cuando a Bernard Shaw le concedieron el Nobel. "Il Mattatore", así llamaban a Gassman, solía decir que "el único error de Dios fue no haber dotado al hombre de dos vidas: una para ensayar y otra para actuar". En el encaje de bolillos del ensayar y el actuar, los secretos ilícitos y reprochables suelen ser pilares de contubernios con servicio a la rusa —del francés service à la russe, una forma elegante de servicio de mesa— y con despedida a la francesa —cuando alguien se marcha de un lugar sin despedirse de los presentes—. En ambas ocasiones, como en el romance de “La ermita de San Simón”, los ángeles dormidos “por decir amén, amén, / dicen amor, amor.”

En El Alquinista, un libro de Paulo Coelho que leí hace un montón de años, aprendí que cuando se quiere algo todo el universo conspira para que se realicen los deseos. "¡Cuántas cosas perdemos por miedo a perder!", es una de las recetas del autor brasileño de esa obra traducida a más de 63 lenguas, publicada en 150 países, y de la que se han vendido más de 65 millones de copias en todo el mundo —la escribió en 1988, un año repleto de emociones personales y familiares para quien esto escribe.
Pasaron los años y en esta España medio a la deriva un chute de adrenalina es hoy la sinopsis de la vida pública —futbolera y política; el término «sinopsis» significa "visión de conjunto de asuntos llenos de complejidad". Lo diría "setenta veces siete", como dijo Cristo en el Evangelio antes de partir de Galilea y marcharse al otro lado del Jordán.

Para los socialistas institucionales, el otro lado del Jordán es el segundo triunfo de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE. Para los del Real Madrid, el título número treintaitrés de la Liga de futbol. Para los del Barça, el fracaso morrocotudo de este año en esa competición futbolera y en su clasificación para la Champions. Para los del Atlético de Madrid, los campeones de hace un par de años, esta vez a verlas venir a pesar de los dos subcampeonatos de la Champions League —las dos veces contra el Real Madrid, algo que saca de quicio a Diego Pablo Simeone, un luchador incansable hasta cuando pierde las guerras y las batallas; hay quien piensa que Sun Tzu, un general chino que vivió́ alrededor del siglo quinto antes de Cristo, se inspiró proféticamente en Cholo el Sísifo cuando escribió El Arte de la Guerra, tal vez el mejor libro de estrategia de todos los tiempos.

En el inframundo, Sísifo fue obligado a cumplir un terrible castigo: empujar cuesta arriba por una ladera empinada una piedra enorme y antes de alcanzar la cima de la colina desprenderse la piedra y Sísifo tener que empezar de nuevo desde el principio una y otra vez —El motivo de ese castigo no se menciona en la Odisea de Homero, pero Albert Camus, un novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés nacido en Argelia, menciona poéticamente que la razón de su castigo obedecía a su ligereza con los dioses revelando sus secretos divinos.
Pedro Sánchez, un Sísifo de tomo y lomo, se ha esforzado febrilmente en una refriega a la desesperada cuyo último lance ha coincidido temporalmente con el triunfo liguero treintaitrés, diga usted treintaitrés, del Real Madrid —“Treinta y Tres” es también uno de los diecinueve departamentos que componen la República Oriental del Uruguay.

Con los ángeles del amén amén y el amor amor dormidos y bostezando en un sotabanco del Edén, atando cabos hoy señalo que con errores o sin ellos y con Sísifo o sin él, los secretos ilícitos, a la rusa o a la francesa en eso da igual, son maneras desiguales de vivir y de convivir.

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