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1922.- Mostrencos y Viriatos

10/03/2017

Ruge la marabunta, la traba se me lengua, pero en esto, en lo otro y en lo de más allá, ¿cómo reconocer el fracaso? Confucio, un comodín fraseológico para casi todo, decía que nuestra mayor gloria no está en no fracasar nunca sino en levantarnos cada vez que fracasamos.

Según enarbolan en su banderín de enganche los sabios de la Real Academia Española, fracasar es no tener el éxito o el resultado deseado. Dicen también que los sinónimos de fracasar son “fallar”, “frustrarse”, “malograrse” y “zozobrar”. Y que sus dos antónimos son “triunfar” y “ganar”.

Mostrencos son quienes no tienen dueño conocido —“bienes mostrencos”—, y también las personas indefinidas o que carecen de características claras y precisas —“Estaba cara al viento, oteando, con la inmutabilidad de una estatua, la existencia informe, mostrenca, de los homínidos desprovistos de máscara”—. El mostrenco es bruto, rudo, torpe, zafio, zote, ignorante, inculto, zoquete, majadero, que es indefinido o carece de características claras y precisas.

Viriatos son los héroes que arriesgan la vida para conseguir objetivos beneficiosos para su pueblo —Aquiles, Juana de Arco, Giordano Bruno, Nelson Mándela… Hasta, por decir, Caballo Loco, Toro Sentado y Nube Roja, los tres héroes que en comandita combatieron en su día a los yanquis invasores y que hoy se enfrentarían al mismísimo Donald Trump.
Cuando los colonos y el ejército de Estados Unidos se lanzaron a la invasión del territorio indígena, Caballo Loco, Toro Sentado y Nube Roja formaron una alianza con otros pueblos nativos para combatir a los invasores estadounidenses. Dotados de gran capacidad táctica y destreza en el combate, infligieron una dura derrota a los soldados estadounidenses en la “Masacre de Fetterman” (1866). La presión de los colonos (buscadores de oro y cazadores de búfalos principalmente) y los constantes enfrentamientos que provocaban con los indígenas, indujeron al Gobierno de los Estados Unidos a firmar el Tratado del Fuerte Laranmie en el que se asignaba a lakotas y cheyennes terrenos propios bajo su jurisdicción autónoma. Caballo Loco no aceptó el acuerdo y se marchó con su pueblo fuera de la reserva sioux señalada por el Gobierno. No murió como un bravo guerrero debe morir y como él hubiera querido: combatiendo hasta desfallecer contra sus enemigos. Murió el 5 de septiembre de 1877 cuando un soldado del ejército norteamericano le clavó una bayoneta a traición y por la espalda.

Viriato fue un líder que hizo frente a la expansión del ejército romano en Hispania y la península ibérica, el territorio suroccidental de Roma en aquella época anterior a Cristo. Su posición tenía al parecer una naturaleza electiva, es decir, no era hereditaria, sino que se debía a los éxitos militares del caudillo. Se le ha llegado a considerar como «el terror de Roma», que mutatis mutandi es como ahora decir “el terror del mundo entero”.

La vida política de los mostrencos y viriatos de hoy se exterioriza a través de tertulias y tertulianos a sueldo. Manuel Bretón de los Herreros, un dramaturgo, poeta y periodista del siglo XIX en su poema “Tertulias” así lo dejó manifiestado: "Reniego de ellas, / algunas hay regulares, / pero la etiqueta, el tono/ las hacen insoportables./ En otras mandan en jefe/ lechuguinos y pedante; / y el que no gasta corsé / y aunque fino en sus modales. / no baila cuando saluda, / ni pone en boga a su sastre, / en un rincón bostezando, / hace un papel despreciable (...) el hombre formal se aburre / y los tontos se distraen."

La vida es un refugio y las personas desconocen el qué, el cómo y el porqué de las bagatelas explicitadas en las tertulias a tiempo y a destiempo. Atando cabos hoy digo que la traba se me lengua cuando pienso que los tontos se distraen con las tertulias y que la marabunta es una población masiva de hormigas migratorias en esta España de tertulias y tertulianos donde zanganean los mostrencos y los viriatos. Los unos y los otros.

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