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1920.- Lo importante y lo accesorio

06/03/2017

Dejando al margen a los políticos con sus asesores y escribidores, también a la esperanza y a la desesperanza, la importancia que las personas damos a lo que conocemos poco tiene que ver con la verdadera importancia de las cosas para la especie humana y para los seres vivos.

“La importancia de llamarse Ernesto” es el título de una obra de teatro de Oscar Wilde. Estrenada en Londres en 1895, su autor la subtituló «Comedia trivial para la gente seria». Se trataba de una comedia de enredo que ahondaba en la necesidad de mantener una doble vida —en ocasiones, es necesario llamarse Ernesto para poder sobrevivir.
El autor hizo en el título de esta comedia un refinado juego de palabras. El original —«The importance of being earnest»— literalmente significa «La importancia de ser formal». En inglés, la palabra earnest suena igual que ernest, el nombre adoptado por el protagonista de la comedia. Ese doble sentido se perdió con la traducción al español y tradicionalmente la comedia se ha titulado «La importancia de llamarse Ernesto» —aunque en alguna ocasión se haya cambiado el nombre del protagonista por “Severo” para ser más fieles a la literalidad del título. Víctor Hugo, el hijo de José Leopoldo Hugo aquel gobernador de Segovia tan desconcertante, escribió que no hay nada como un sueño para crear el futuro.

No es lo mismo dejar al margen que marginar, pero si alguien te preguntara qué es lo más importante en tu vida lo correcto sería decir: “el oxígeno”, aunque normalmente suele decirse “la familia”, ser feliz” y no sé cuantas cosas más —algunos dirían que lo más importante para ellos sería “que este año el Real Madrid conquiste su duodécima champions league, y otros, que el Atlético de Madrid conquistase la primera y el Barcelona la sexta.
Como resulta complejo mirarse desde el otro lado del propio cascarón, !os peces nunca dirían que lo más importante en su vida es el agua; desconocen lo importante y lo accesorio.

Mientras se vive, no se piensa en la vida. Cuando no se vive ni siquiera se piensa. Pensar es una actividad que realizamos de manera natural y espontánea, cada día, a cada instante cada día. Los seres humanos de todo el mundo durante nuestra estancia efímera y pasajera en este planeta tierra.
El término "pensar" abarca “actividades mentales ordenadas y desordenadas”, o sea, que el pensar se realiza cuando juzgamos, elegimos, resolvemos problemas juicio, en la originalidad, la creatividad, la fantasía y hasta en los sueños. El cogito ergo sum (pienso luego existo) de Renato Descartes es un gilipollez. Lo correcto sería decir "pienso luego creo que pienso si es que existo".
El filósofo francés Blas Pascal llegó a la conclusión más que discutible de que la cognición es el don divino del Creador y que la dignidad eterna del hombre se basa únicamente en su capacidad de pensar: "El hombre no es más que una caña que piensa, la caña de naturaleza más frágil que muere de un simple regocijo, de una simple gota de agua. Pero aunque el universo conspirara para aplastarlo, el hombre seguiría siendo más noble que lo que le hace caer pues sabe que muere y el universo no sabe nada de la victoria que obtiene sobre el hombre". El problema de Pascal es que dice lo que cree pensar.

Porque no hay nada como un sueño para crear el futuro, atando cabos digo que la desesperanza es la falta de esperanza, un estado de ánimo, y que dejando al margen a la política y a los políticos, cuando el hombre se pregunta qué es pensar y por qué piensa parece saberlo perfectamente, pero que si está obligado a responder a ese interrogante se siente confundido, titubeante, y acaba por confesar su ignorancia.

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