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1918.- Sueños y Ensueños

22/02/2017

Quisiera encontrar un artilugio que, puesto en el dedo corazón de la mano izquierda, almacenara los sueños y los ensueños para que al despertar se pudiera revisar el contenido de los unos y de los otros.

El sueño y el ensueño no son lo mismo aunque estén relacionados. El sueño es el estado del hombre que se conoce mediante el verbo dormir, el de la fase de sueño lento o NO REM y el de la de sueño rápido o REM. El ensueño es el concepto con el que nos referimos al acto consecuente de soñar en el que evocamos figuras mentales de imágenes, sonidos, pensamientos y sensaciones que tenemos retenidas en la memoria —escribió Lord Byron, uno de los escritores más versátiles e importantes del Romanticismo, que “cuando el hombre cesa de crear, deja de existir”.

Hasta acabar siendo chatarra, el hombre en el anverso es un organismo excesivamente complicado: sueños, ensueños, trances, hipnotismo, mediumnidad, locuras... Y en el reverso, despliega los cinco pasos para realizar una buena confesión: examen de conciencia, contrición del corazón, confesar los pecados, propósito de enmienda y cumplir la penitencia.

Un día me preguntaron qué y con quién soñaba, y esto confesé: "Soñar sí que sueño, eso lo sé, pero no recuerdo con exactitud el contenido de mis sueños". Creo que aquel día había soñado que Dios hacía milagros mientras yo soñaba, eso soñé. Que los sueños solo son sueños, eso soñé. Que los sueños son el eje de todas las religiones y de todos los profetas de todas las religiones, eso también soñé.

No se es valiente si no se tiene miedo, y aquel día al despertar conseguí un libro de trescientas páginas tan voluminoso como un ladrillo refractario de los que se usan en lugares donde habitualmente se produce fuego y altas temperaturas. Se titulaba "Gran diccionario de los sueños", y con él aprendí que soñar con un mapa simboliza deseos de cambiar de ambiente pero que también puede significar que estamos en el preludio de unas vacaciones o de un ansiado viaje. También que los sueños siempre tienen una explicación aunque no se recuerde lo que se sueña. Asegura el tal diccionario que cuando se sueña con un desconocido o desconocida es un reflejo de nosotros mismos o de cómo desearíamos ser o haber sido, ¡cualquiera sabe!
Me entusiasma Jorge Manrique y las Coplas por la muerte de su padre —Rodrigo Manrique, Conde de Paredes de Nava y maestre de la Orden de Santiago—: "Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir” y etecé.
Análogo entusiasmo al encontrado en La vida es sueño de Calderón de la Barca: “¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.”
El madrileño Gregorio Marañón y Posadillo era un soñador. Además de médico endocrino, era un cientíco, historiador, escritor y pensador. Fue académico de número de cinco de las ocho Reales Academias de España (la Real, la de la Historia, la de Bellas Artes, la Nacional de Medicina y la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Lo suyo era el «ensayo biológico»: las grandes pasiones humanas a través de personajes históricos y sus características psíquicas y fisiopatológicas: “la timidez” en su libro Amiel, “el resentimiento” en Tiberio, “el poder” en El Conde Duque de Olivares, “la intriga” y “la traición política” en Antonio Pérez. La monografía que hizo de Antonio Pérez y su Prisión de Estado en el castillo de Turégano (Espasa Calpe, 1947) es una joya histórica y literaria.

Marañón era un hombre austero, humanista y liberal que se implicó, como otros intelectuales de la época, política y socialmente. Apoyó en un primer momento la Segunda República pero no tardó en criticarla por su incapacidad de aunar a todos los españoles.

Atando cabos hoy digo que los sueños y los ensueños suelen ser guantes nostálgicos, que hasta acabar siendo chatarra el hombre es un organismo excesivamente complicado, y que aunque un hombre muera por una causa, no por eso la causa es justa o injusta.

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