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1911.- Grullas de la Serena

01/02/2017

Hasta para resucitar a los muertos nuestros y ajenos y enterrar a los vivos ajenos y nuestros, la expresión “Grullas de La Serena” se me convierte hoy en una especie de código de barras para dar una larga cambiada a mil realidades, incluido al alud de críticas a Trump por defender la utilidad de la tortura —a los faraones les enterraban con comida y hasta con juegos para que vivieran felices toda la eternidad, esa loca manera de eternizar su ser o no ser, la balanza de supervivencia de aquel príncipe Hamlet que se inventó Shakespeare.
Por razones que no vienen al caso, estoy recordando un viaje a la Extremadura del granito y la dehesa: a Quintana de la Serena, una ciudad antiguamente agro-ganadera que ahora se dedica a la explotación de sus canteras de granito, y a otros lugares próximos atiborrados de interés geofísico, cultural e histórico.
En el otoño, llegan a España más de 150.000 grullas procedentes de Escandinavia y de los países bálticos, y cuando aquel viaje mío a las dehesas extremeñas las grullas estaban concentrándose en grandes manadas para iniciar juntas el regreso a sus países de origen.
Las grullas miden más de un metro de altas y tienen una envergadura alar de más de dos metros. Son animales monógamos que establecen lazos de pareja de por vida. A punto ya de comenzar su cortejo nupcial, la hembra trompetea con llamadas acústicas antes de iniciar las cópulas y la nidificación.
Cuando lleguen a su destino vivirán emparejadas y a la mayor distancia posible de las parejas más próximas.

Desde aquel insólito viaje, el manifiesto Grullas de La Serena es para mí un matasellos prolífero.
Grullas de la Serena cuando recalé en Zalamea, donde aquel alcalde de cuando Calderón de la Barca, y en Castuera donde nació Pedro de Valdivia, un comunero de Castilla que acabó conquistando Chile y no sé cuantos países más. Parecidas Grullas de la Serena cuando visité la ciudad chilena de Concepción fundada en 1550 por Pedro de Valdivia a título de la corona española y fue la capital del Reino de Chile entre 1565 y 1573, manteniéndose luego como el centro militar y político del reino por todo el resto del periodo colonial chileno.

Grullas de La Serena cuando Neymar da Silva Santos Júnior, conocido deportivamente como Neymar, le dice al juez "Yo no sé mucho, mi padre cuida de mi vida".
Grullas de La Serena cuando el Real Madrid tiene una racha envenenada de resultados deportivos y parece que se hunde después de batir el récord de imbatibilidad.

Grullas de La Serena cuando Tania Sánchez, la diputada parleña de Podemos Madrid, habla de la "matanza de abogados y abogadas" al referirse al asesinato de cinco varones madrileños: los abogados laboralistas Enrique Valdevira, Luis Javier Benavides y Francisco Javier Sauquillo, el estudiante de derecho Serafín Holgado y el administrativo Ángel Rodríguez Leal que fueron asesinados la noche del 24 de enero de 1977 —por razones que no vienen al caso, viví casi en directo aquel terrible atentado de aquellos cinco varones, y Tania nació dos años y varios meses después.

Grullas de La Serena cuando observo que desde las elecciones del mes de junio del pasado año, las diferentes marcas podemitas españolas (És el moment, En Comú Podem, las Mareas (la Atlántica, la de Vigo y la de Pontevedra) se han convertido en un oscuro sótano de conspiradores y conspiradoras.

Grullas de La Serena cuando Mariano Rajoy explica sin creérselo que quiere llegar a acuerdos con el PSOE para los próximos veinte años, y también cuando Patxi López, Susana Díaz, Pedro Sánchez y otros pretendientes que ni están ni se les espera harán todo lo posible para interrumpir los acuerdos con el PP.

Atando cabos digo hoy que si en aquellos días de mi evocado viaje no había en la dehesa extremeña agobios ni prisas, ya apuntaban brotes de primavera en los cerezos y las grullas se concentraban en la posada sin techo del campo extremeño donde su trompeteo fuerte y resonante podía escucharse a distancias fabulosas. En lo del trompeteo con llamadas acústicas resonantes, con igual técnica los muertos y las muertas, los nuestros y las nuestras, los vivos y las vivas, los ajenos y las ajenas, los jóvenes y las jóvenas, los miembros y las miembras, los varones y las varonas, los podemitos y las podemitas, y otros badulaques aquí señalados.

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