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1906.- En busca del tiempo perdido

19/12/2016

Los que no hicimos aquella guerra porque nacimos más tarde, al morir Franco realizamos lo que nos dejaron y lo que sabíamos “en busca del tiempo perdido”, como el título de aquella novela deliciosa sobre el desgarramiento interno de la vivencia-no vivencia y aceptación-negación de la propia sexualidad del novelista, ensayista y crítico francés Marcel Proust.

Nos tocó la china de hacer de la vida un nuevo destino —Vida y destino es una novela de guerra, una saga familiar, una novela política, una novela de amor. Si el autor, Vasili Grossman, aspiraba a cambiar el mundo lo que es seguro es que Vida y destino le cambia la vida a quien se adentra en sus páginas.

Antes de que finalice el año de su cuarto centenario, traigo a Shakespeare con este vaticinio: “El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”. No sé si por eso a los que colaboramos en la Transición Política nos dieron palos hasta en la mochila de los sueños, y mientras Adolfo Suárez iba perdiendo su memoria muchos españoles íbamos asentando en la nuestra que ni vencedores ni vencidos habría ya en nuestro país, ¡vaya utopía!

Cuando el “libertad, libertad, sin ira libertad, guárdate tu miedo y tu ira, dicen los viejos que en este país hubo una guerra, que hay dos Españas que guardan aún el rencor de viejas deudas… Gente que sólo desea su pan, su hembra y la fiesta en paz”, algunos opinábamos que en aquella canción de los Jarcha había matices indecentes, pero es otro cantar.

En busca del tiempo perdido, las cosas cambiaron a ritmo democrático pero, pasados los años, nuestro país parece querer regresar al “Españahogándose” del poema de Blas Otero, un poeta vasco que se murió en Majadahonda provincia de Madrid. No solo por eso me pregunto hoy, metafóricamente, las mismas cosas que aquel poeta: ¿qué será de nosotros cuando saquen pecho las estatuas y los leones del circo devoren las musarañas? Blas de Otero fue el poeta más controvertido, contradictorio y tal vez genial del siglo XX. Un remolino personal de desdichas sin éxitos deslumbrantes. Cuando necesito deprimirme, leo su Ángel fieramente humano, cuando estoy deprimido, su Redoble de conciencia.

“Lo que ha de suceder, sucederá”, escribió un contemporáneo de Cristo que se llamaba Publio Virgilio Marón, un poeta romano que además de escribir la Eneida, las Bucólicas y las Geórgicas, tres fascinantes obras literarias, es el guía que se buscó Dante Alighieri para que le guiara por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso en su Divina Comedia.

Los políticos de hoy buscan su sitio en otra jácara. Dando por descontado a Pedro Sánchez, el iluminado sin horizonte, está en su salsa la guerra Iglesias-Errejón y no sé cuantos podemitas más aplaudida o abucheada, según el caso y las ambiciones de cada cual, por Carolina Bescansa, Tania Sánchez, Ramón Espinar, y hasta por Diego Cañamero, el Robin Hood que roba a los ricos para repartírselo a los pobres suyos una lucrativa pantomima —las rastas, sudaderas, calzado deportivo y pantalones vaqueros han llegado al Congreso de los Diputados y al Senado para quedarse.

Hasta en la Biblia, cuando hay un Génesis viene un Éxodo. Lo sabe Sánchez, el aspirante a una parcelita en el génesis de Podemos, pero que está que trina porque todo le huele a éxodo —anda como un sonámbulo en busca del tiempo perdido.

Atando cabos digo que como lo de “sacar pecho las estatuas y los leones del circo devorar musarañas” es una parida poética demasiado profunda, en el Españahogándose actual ni con el poeta Virgilio que Dios guarde podríamos orientarnos en el purgatorio político que hoy vivimos para tener la fiesta en paz.

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