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1904.- Conjuras y conjurados

07/12/2016

Hasta en el Paraíso Terrenal hubo conjuras y conjurados. Hasta en los cuentos más clásicos: en una de las versiones de Caperucita Roja una avispa aparece cuando el lobo está a punto de comerse a la niña y le pica en el hocico. El dolor le hace salir de la casa gritando, con tan mala suerte que aparece un cazador que lo mata al dispararle una flecha.

Los castillos y las murallas casi siempre fueron un llamamiento a las conjuras y a los conjurados. Así los principios estratégicos y tácticos de Maquiavelo, un diplomático, filósofo, político y escritor italiano considerado el padre de la Ciencia Política moderna. Así también los sabios consejos de Baltasar Gracián, un jesuita nacido en Belmonte del río Perejiles, a partir de 1920 Belmonte de Calatayud y desde hace treinta años, . En 1985, y en homenaje a su ilustre hijo, Baltasar Gracián, que nació en esta localidad en 1601, y desde hace treinta años Belmonte de Gracián —dos ejemplos: “No hay mayor desaire que el continuo donaire” y “Más valen quintaesencias que fárragos”; El Criticón constituye una de las novelas más importantes de la literatura española, comparable al Quijote o a La Celestina.

Los castillos y las murallas son un reclamo para el turismo y poco más. Un callejón sin salida por el que siempre hemos brujuleado los españoles, y especialmente doscientos años después de La Pepa, aquella Primer Constitución Española que apenas resistió dos años.
España es un sepulcro de conjuras y conjurados. Nuestro futuro consiste en invitar al mundo mundial a conocer nuestros tres circos: “El España”, “El Antiespaña” y “El Híbrido”. Aunque los catalanes y los vascos prefieren un aborto en vez de un parto, cara al turisteo podríamos exhibir en un escaparate acristalado y escoltados por la Colau, el Sánchez, los podemitas del macho alfa y hasta por el sargento chusquero Rufiándisparate y Perico el de los palotes, a Carles Puigdemont Casamajó y a Iñigo Urkullu Rentería.

Vendrían los guiris a la piel de toro para turistear, y los españoles, los antiespañoles y los híbridos explotarían el parné de las visitas a los santuarios de la conjura: el de Segovia, el de Toledo, el de Compostela, el de Girona, el de Sevilla, el de Granada… —el de Cuéllar, Sepúlveda, Turégano, Pedraza y, puestos a tamborear, el de Cantalejo y Zamarramala también.
Conjurarse en una ciudad conjurada es un estilo de vida. “Los débiles tienen un arma: los errores de los que se creen fuertes”, escribió Einstein, y lo saben los conjurados de todas las épocas.

También los ninis y los sisis están conjurados en su propia conjura. Los "ninis" son los “jóvenes y jóvenas” que ni estudian ni trabajan. Los “sisis”, los que sí estudian y sí trabajan. Los ninis son como las brújulas, los sisis, como los termostatos. Los unos a verlas venir, y los otros intentando manejar la temperatura social a su capricho —si los sisis y los ninis tienen cojeras, cada cual las suyas, es porque usan muletas y no al revés—.
Papá Estado debería conceder a los jóvenes y jóvenas ninis, miembros y miembras de una generación casi perdida, una muerte digna, perdón, quise decir, una suerte honorable. Algo que les ponga en el brete de convertirse en profesionales de algo y sin pagar peajes en la sombra.
Lo de “jóvenes y jóvenas” es una parida de la exdiputada del PSOE por Cádiz Carmen Romero, la ex señora de Felipe González. Lo de “miembros y miembras”, una chorrada de Bibiana Aído, la ministra de Igualdad con José Luis Rodríguez Zapatero.
"Ustedes, miembros y miembras", dijo Pedro Sánchez cuando era secretario general del PSOE durante una sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Por llamar la atención, Sánchez siempre estuvo y sigue estando en los desfiles de cualquier procesión y en los campanarios donde se repique cualquier campana.
Atando cabos digo que, con permiso de los ninis y los sisis, de Caperucita Roja y la avispa que persigue a los lobos y de “Gabriel Rufián Bona nit Catalunya voy a leer una cosa que escribí la semana pasada”, a estas alturas de la farsa intento averiguar qué es la dignidad, la viuda de la desvergüenza, y hasta me ensamblo en las conjuras y conjurados donde lloran plañideros y plañideras, y donde los miembros, las miembras, los jóvenes y las jóvenas intentan capear el temporal.

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