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1898.- El astrolabio

18/10/2016

España necesita urgentemente un astrolabio que no se deje manipular por los mediáticos a sueldo y por los bocazas sin escrúpulos.
El astrolabio es un artilugio para determinar la posición de los astros. Un instrumento que sirve para encontrar estrellas y para explicar cómo se mueven —así dice el Diccionario de la Lengua de la Real Academia de España.

Hay atrolabios planisféricos: los que se mueven en una sola latitud, así el de Francisco Javier López Álvarez, más conocido como Patxi López, un señor que ha sido durante unos meses la tercera autoridad de España y sueña en plan aquí estoy yo para lo que sea; tiene complejo de castración. Les hay universales: los que tienen la capacidad de realizar la representación en la totalidad de las latitudes existentes, así el de las dos Begoñas, la de Patxi (Begoña Gil) y la de Sánchez (Begoña Gómez); la primera tiene complejo de inferioridad, y la segunda, de superioridad. Les hay también echadores de chispas venenosas, así el de Núria Parlon y el de Miquel Iceta que solo dice lo que interesa a los planes y veleidades electorales de los socialistas catalanes.
Como el astrolabio se compone de una placa madre con una aguja que señala las estrellas reales y las metafóricas —estrellas de cine, actores, políticos famosos y un etcétera que según los entendidos casi siempre fugaces—. Los políticos de Podemos, por ejemplo, padecen complejos muy desperdigados: el de Cenicienta, el de Peter Pan, el de Caperucita, y algunos el complejo de la Bella y la Bestia. Cuando dicen No a la Fiesta Nacional de España y SÍ a la Diada de Cataluña y al Aberri Eguna vasco, el astrolabio lo anota en su memoria de bicho al acecho.
Cuando la alcaldesa de Madrid se busca un pretexto de carcajada para no representar a su ciudad como máxima responsable institucional de la capital de España en el Día de la Hispanidad, su astrolabio marca que tiene el complejo de Patito Feo.
La aguja del astrolabio que señala a las estrellas, señala que si el PP no consigue el poder y la gloria, el Rey constatará la imposibilidad de alcanzar un acuerdo y si todo transcurre como se espera, la víspera del día de San Frutos, el patrón de Segovia, el Rey Felipe VI concluirá una ronda de consultas con los partidos políticos y de no existir un candidato con suficientes apoyos para ser investido presidente del Gobierno, el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, se publicará el decreto de disolución de las Cortes y las terceras elecciones generales de una misma legislatura serán el 18 de diciembre, el día de La Expectación del Parto (Nuestra Señora de la O, La Virgen de la Esperanza). La placa madre y la aguja que señala las estrellas dicen que de realizarse una vez más las elecciones el PSOE desaparecería del mapa pues aún estaría sin candidato y sin tiempo para designar a alguien con capacidad para atraer suficiente electorado.
Si por un casual en estos días de infarto político se derrumbase el Palacio del Congreso de los Diputados de Madrid, situado sobre el antiguo Convento del Espíritu Santo, de las propuestas, acuerdos y desacuerdos de sus inquilinos podría depender que el futuro de España tuviera éxito o que desapareciera la nación española dejando tras sí una polvareda de sueños y de ensueños —“España más bien que una nación es la polvareda que queda cuando por la gran ruta histórica ha pasado un gran pueblo”; algo así escribió Ortega y Gasset en su España invertebrada, ¡cuánta melancolía!

Atando Cabos digo que sobre los cimientos del Palacio de las Cortes que la reina Isabel Segunda mandó construir sobre las ruinas de un convento de la Carrera de San Jerónimo madrileña con la fachada imitando un templo clásico con seis columnas corintias, el astrolabio planisférico señala que, ausentes ya los efluvios del convento del Espíritu Santo, las propuestas y contrapropuestas de los diputados no logran orientar su verborrea para conseguir entenderse.

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