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1893.- Libros de saldo

27/09/2016

“¡Cuídate, España, de tu propia España!
 ¡Cuídate de la hoz sin el martillo,
 cuídate del martillo sin la hoz!...
” Del autor de ese poema, el peruano César Abraham Vallejo Mendoza (César Vallejo), se ha dicho que fue el más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas.

Tras esa profecía laica, compro el libro "Misterios del Cristianismo" (antes a 18 euros, ahora a 5 nada más) y si fuera comestible se lo daría a un mendigo para que tuviera algo que calmara momentáneamente el hambre.
En los "Misterios del Cristianismo", ese libro de saldo, el índice es una ráfaga de disparos en la nuca intelectual: “Jesucristo, ¿un rebelde o un salvador?”, “El sudario de Turín”, “Los manuscritos del Mar Muerto”, “Los cátaros”, “El padre Pío”… ¿Por dónde empezar? En mi caso, por el capítulo primero: "Jesucristo y su paso por la Tierra. ¿Fue un rebelde o un salvador?
Los rebeldes son personas difíciles de dirigir o doblegar. Los salvadores son personas que padecen el Síndrome del Salvador de forma aguda, pero todas suelen tenerlo en alguna medida, o en algunas circunstancias de su vida. Cuando ese síndrome se presenta de forma aguda suele tener su origen en la infancia.

¿Y ahora, por qué capítulo continuar?, me pregunto: ¿El sudario de Turín, Los manuscritos del Mar Muerto, Los cátaros, El padre Pío…? Moneda al aire y, zas: “Los cátaros”—hubiera preferido lo del Padre Pío y los innumerables testimonios de curaciones milagrosas en las que se fundamenta su canonización, pero el azar es el azar y no valen medias tintas.
La obsesión por el Santo Grial, la copa usada por Jesucristo en la Última Cena, según se cuenta quedó en manos de José de Arimatea y no volvió a aparecer hasta mil doscientos años después —por arrimar el ascua a lo que afecta a este cronista, hasta que la reina doña Urraca y su hijo el rey Alfonso VII donaron a don Pedro de Agén, el primer obispo de Segovia, la villa de Turégano—. Demasiados años para tener constancia de hechos tan complejos de la intrahistoria de los cristianos, pero es el caso que, según se cuenta, el Santo Grial cayó en manos de un grupo de cristianos disidentes: los cátaros, unos señores que creían en la libertad individual y sostenían que Dios no era el padre de Jesucristo.
Con dicho libro ocupando ya un sitio en las estanterías “S.I.” (libros “sin interés”), me viene a la mente el escaso dividendo electoral del contenido de ese libro para los cuatro mosqueteros del hoy político español, por orden alfabético: Alberto, Mariano, Pablo y Pedro. Los demás mosqueteros son acólitos sin pena ni gloria y turiferarios con el incienso contaminado, incluidos los gastadores y gastadoras del desfile mediático del MTEMSF (Mientras Todo El Mundo Sea Feliz). Algunos con la estigmatización de las llagas de sus jefes en su cuerpo —según el diccionario de la Lengua Española de la RAE, estigmatizar es “marcar a alguien con hierro candente, imprimir milagrosamente a alguien las llagas de Cristo y también afrentar o infamar”.

Atando cabos digo que el libro de saldo "Misterios del Cristianismo" así concluye: “Probablemente se haya olvidado hace tiempo la razón de todas estas cosas, pero ¿qué importa eso? Mientras todo el mundo sea feliz…”

Y me acojo también al poema titulado “España, aparta de mí este cáliz" de César Vallejo: “Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
 y le dijo: "No mueras, te amo tanto!"
 Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo….”

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