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1896.- El síndrome Nerón

04/10/2016

Solo Begoña sabe si Pedro seguirá en sus trece. Ella es de Bilbao y decidirá. Se casaron en 2006 y su boda fue oficiada por una compañera de partido de Pedro: la ex ministra Trinidad Jiménez, por entonces concejala de Madrid, a la que considera su madrina política.
Begoña es algo mayor que Pedro y por eso fue él quien se fue a vivir a la casa de Begoña.
Si ella es bilbaína es porque los de Bilbao nacen donde quieren, proceden de donde les viene en gana, viven donde les apetece y, en este caso, Begoña ha decidido que ella y su chico son "Los Obama españoles" y que los dos seguirán en la lucha por el poder aunque el libro “Las 36 estrategias chinas” al aparecer no lo escribiera un señor de Bilbao. De momento, Begoña utiliza solo siete de las 36 estrategias chinas. La número uno: “Cruzar el mar confundiendo al cielo”. La 4: “Relajarse mientras el enemigo se agota a sí mismo”. La 6: “Fingir ir hacia el Este mientras se ataca por el Oeste”. La 8: “Aparentar tomar un camino cuando se entra a hurtadillas por otro”. La 11: “Sacrificar el ciruelo por el melocotonero”. La 20: “Pescar en aguas turbias”. La 26: “Matar al pollo para asustar al mono”. Y la 34: “Hacerse daño a sí mismo para ganarse la confianza del enemigo”. Las otras veintinueve están archivadas en su mochila del viaje a la Moncloa.
Cuando Begoña Gómez Fernández decida utilizar la estrategia número 5, “saquear una casa en llamas”, a los bomberos les cobrará un peaje político por trabajar para ella. Lástima que el marido de Begoña no haya sabido dominar esas estrategias ganadoras. Los españoles nos hubiéramos ahorrado muchos dolores de cabeza y el PSOE, hoy casi un cadáver, volvería a dominar los abedules y los crisantemos, los cipreses y las margaritas, los relojes, la leche frita y hasta el encanto de los pueblos vacíos.
En algún sitio leí cosas tan peregrinas como éstas: que Bilbao es una ciudad del País Vasco que abarca toda Europa y parte del extranjero, que está rodeada por el Océano Atlántico y el Pacífico porque ambos mares desembocan en el Nervión. Que el Edén estaba en el centro Bilbao porque las siete calles hacen referencia a los siete días de la creación. Los que son de Bilbao nunca lo comentan porque se reconocen los unos a los otros, y así no hieren a la gente que tiene la desgracia de no ser de allí. Que la principal diferencia entre Dios y un bilbaíno es que Dios está en todas partes y un bilbaíno ya ha estado.
La historia cuenta que cuando el imperio Romano estaba en plena decadencia el emperador Nerón, preso de su locura, incendió Roma por el desespero de no poder controlar la situación. “La quemé porque era mía”, dijo tras echar la culpa a los cristianos o vaya usted a saber. No sé si desde entonces al destrozar algo importante por la sola razón de ser mía la propiedad, los sicólogos lo llaman “el síndrome Nerón. Begoña y su Pedro padecen ese síndrome.
Uno de esos episodios neronianos me afecta y quiero contarlo. En cierta ocasión descubrí que el bellísimo grabado del salón de la casa en donde nací era una página de la primera edición del Teatro Crítico Universal del padre Feijoo publicada en el año 1726. Se lo dije a mi padre que en paz descanse, y él me contestó: “Yo también me quejé a tu abuelo y él me dijo que la arrancó esa página porque el libro era suyo”. Mi abuelo no era de Bilbao pero como si lo fuera.
Poco tiempo antes de morir (septiembre del 2014), mi amigo Miguel Tirado Zarco me envió dedicado uno de sus excelentes libros: El Indicionario. “A Víctor Borreguero, mi amigo, como recuerdo de su estancia en Cuenca, en donde vuelve a dejar constancia de su valía y cordialidad. Con todo mi afecto”, así la dedicatoria, y ahora observo que según ese Indicionario, Pedro y su Begoña están en “cachuleta” (el lugar donde esconderse), y atando cabos digo que si la montaña que subes te parece cada vez más imponente es porque la cima cada vez está más cerca. Y que si en algún punto te das cuenta de que parece fácil tu andadura no es porque el camino se haya vuelto más fácil sino porque tú te has hecho más fuerte.

Esto pienso hoy, mañana no sabré si pensaré porque todavía estaré de camino hacia no sé dónde.
Atando cabos digo, que nunca existió el pasado, que todo fue un sueño de un dios menor y que si un día me pierdo los míos me buscarán en Turégano o en Coyoacán, una de las 16 delegaciones del Distrito Federal mexicano —eso pienso hoy, mañana no sé lo que pensaré porque estaré de camino hacia no sé dónde.


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